El mal ejemplo

Opinión
/ 15 abril 2025

Murió Mario Vargas Llosa. Habría sido un magnifico presidente del Perú

Murió Mario Vargas Llosa. Habría sido un magnifico presidente del Perú. La familia Fujimori y el pueblo no sufragó por el político. Tampoco por el escritor cuando le concedieron el premio nobel de Literatura.

Propenso a la derecha liberal. Escandalizar a los amigos. Habló sobre la dictadura perfecta. México del PRI. Por 70 años consecutivos lo fueron.

Le propinó un derechazo en el ojo a Gabriel García Márquez. Coquetear con la mujer de Vargas Llosa le costó el hematoma.

Mucho del boom latinoamericano está de luto. El último de los ingeniosos hidalgos de la lengua castellana trascendió el plano físico.

En claro la postura contraria al lenguaje incluyente. Flirteaba en las páginas del corazón de la revista ¡Hola!

De la mano de la maja Isabel Pantoja. Miles de fotos del intelectual conviviendo con la realeza española. Eventos de blanco y negro. Presentaciones de la alta sociedad europea.

Atrás quedaron Pantaleón y las Visitadoras, La Guerra del Fin del Mundo, La Fiesta del Chivo. Toda la lucha por la democracia sudamericana. Sacudir la conciencia social. Ojos abiertos.

Jamás perdonó a su natal Perú de no elegirle presidente. Autoexiliado hasta la fuga de los Fujimori. Mario Vargas Llosa murió en el país donde llegó a la vida. Rodeado de mestizos y de nativos sudamericanos.

Sin sorpresas, sin elegias de la derecha. Una semana antes del domingo de resurrección. Empañado por el cristianismo de occidente. En el domingo de ramos.

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Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop, Prêt-à-porter: crónicas a la medida y Perros ladrando a la luna en Monterrey

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