El siempre elusivo amor
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Imaginemos a un hombre llamado Espiridión sentado en la banca de un parque público. El jardín a su alrededor está seco, los árboles marchitos, los juegos infantiles en desuso; oxidados.
A diez metros, un organillero toca “María Bonita” de Agustín Lara con su mono capuchino adiestrado para pasar el plato. En eso pasa una camioneta pick up, bastante buchona, de colores brillantes con dos megabocinas en la caja trasera que expulsan la canción “En tu Perra Vida” del Grupo Firme. Un poco más lejos, en las canchas de basquet del parque, un grupo de jóvenes con tipo y vestimenta reguetoneros escucha “Amorfoda” de Bad Bunny.
El hombre parece no escuchar la música. Tiene su mirada perdida en el piso. Luce pálido, ojeroso y flaco. ¿Estará enfermo del “mal de amores”? Quizá, porque su mano derecha agarra con desesperación una margarita deshojada que pudo haberle negado la certeza de un amor.
Es probable que ese mismo amor, en el colmo de su perfidia, lo haya bloqueado de todas sus redes sociales.
Este hombre piensa para sí mismo: “¿Qué futuro hay para mí? Ni modo que por rebelarme a esta realidad de desamor me convierta en poeta maldito para fumar opio y consumir ajenjo hasta mi muerte, cuando apenas sé leer y escribir. ¿Y ser sociólogo? Menos. Ya mi abuelita me previno ante tal barbaridad cuando de pequeño me dijo: ‘Puedes ser cualquier cosa, mijito. Hasta pecador sin remedio, si quieres, claro, con el perdón de Dios nuestro Señor. Pero nunca de los nuncas, sociólogo. A menos que quieras que me suba el azúcar y muera de un coma diabético’.
“Quizá mi único futuro posible, continuó Espiridión, para curar mi decepción amorosa, sería irme –no sabría como– de recolector de aceitunas a la región de Kalamata ubicada en la península del Peloponeso en Grecia”.
“Pero, acaso –se preguntó– ¿soy yo el único que sufre de ‘mal de amores’ en este país?” Y, de repente, un cupido con pañal aterrado, sucio, con un arco roto y sin flechas de amor, aparece frente a él con estas palabras: “Deja el pinche drama ‘Piri’ –su nombre de pila– y bájale dos rayitas a tu victimización, que no eres el único despechado por amor”. “A chingao’, le responde, ¿en serio? ¿No soy tan especial?”.
“Noooo, le respondió el cupido: te comparto los resultados de la última encuesta de Parametría sobre el tema.
“Sólo el 52 por ciento de los mexicanos está enamorado. El resto permanece en búsqueda del amor. Aunque el 67 por ciento asegura que el matrimonio es para toda la vida; el 52 por ciento afirma que es posible amar a más de una persona a la vez.
“En nuestro país, por cada 100 matrimonios ocurren 33 divorcios (Inegi: 2022). Y nuestra Coahuila lidera con el primer lugar la lista de mayor número de matrimonios con 5.5 por cada mil habitantes. Empero, en divorcios, Coahuila es sublíder, sólo por detrás de Aguascalientes. Pues registra 28.8 divorcios por cada 10 mil habitantes (Inegi: 2022).
Suspendido en el aire, nuestro Cupido le dice con voz firme a Espiridión: “Como ves mi ‘Piri’, ni eres el único o el más especial –como tu mami siempre te hizo creer–. Deja de soñar en ser poeta, sociólogo o recolector de aceitunas –o en pendejadas, que es lo mismo– y no dejes de pedalearle a la vida, por ser la única que tienes y no tendrás otra más”.
El cupido desaparece entre la fusión de la música de Agustín Lara, Grupo Firme y Bad Bunny.
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución
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