El teléfono rojo
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Muchos crecimos con la idea de que existió un teléfono rojo con el que se comunicaban los líderes de Estados Unidos y la URSS durante la Guerra Fría. Es común ver versiones de dicho teléfono en películas o programas de televisión. La idea de ese teléfono rojo era tener una línea de contacto directa, confiable y segura entre ambas potencias nucleares para evitar un conflicto por fallas o rezagos en la comunicación. Ese canal encriptado se estableció en 1963, después de la Crisis Cubana de los Misiles, para que el presidente John F. Kennedy y Nikita Khrushchev y sus equipos pudieran tener contacto directo y rápido. Antes de la existencia de esta línea se dice que a Estados Unidos le llegó a tomar 12 horas traducir un mensaje de 3 mil palabras de Khrushchev en el clímax de la Crisis cubana. Tristemente, la primera vez que se usó esta línea de comunicación fue para que Estados Unidos avisara a la URSS del asesinato de Kennedy. Se dice que la idea de presentar ese canal de comunicación como un teléfono rojo surgió de la película “Dr. Strangelove” (1964), pero en realidad nunca existió el famoso teléfono como tal. La tecnología fue cambiando de máquinas de télex −con un cable transatlántico−, fax de alta velocidad, comunicación satelital, a comunicación por correo electrónico en 2008. No hay evidencia que señale que el “teléfono rojo” se usó para evitar un conflicto nuclear, aunque sí se utilizó en el contexto de la Guerra de los Seis Días (Israel, 1967), la Guerra India-Pakistán (1971), la Guerra de Yom Kippur (1973), la invasión de Afganistán por la Unión Soviética (1979).
Aunque ahora tendemos a pensar que la comunicación es instantánea entre países e incluso entre desconocidos, a través de los medios de comunicación (y descomunicación) y de redes sociales, me vino a la mente el tema de cómo se comunican en estos tiempos de desinformación los líderes de los países con sus pares e incluso los líderes con sus gabinetes y asesores más cercanos e importantes. En el contexto del conflicto de Ucrania, me pregunto si estará en uso alguna versión moderna del teléfono rojo entre Biden y Putin y si el teléfono funciona bien o
arroja resultados dignos del famoso juego del teléfono descompuesto. Después de todo, el riesgo de un conflicto mundial debería justificar revisar dos o tres veces que los canales estén ahí y que la comunicación esté fluyendo y las personas relevantes, adultos responsables de cada lado, atentas e informadas más allá de sus prejuicios y sus propias cámaras de
resonancia.
Una vez planteando la duda y la esperanza de que exista ese “teléfono rojo” entre Biden y Putin para lidiar con problemas geopolíticos, podríamos preguntarnos si todavía existen los famosos teléfonos rojos del gobierno mexicano. En este caso, los teléfonos sí eran rojos y eran dos; uno era para comunicarse con la presidencia y el otro lo que se conocía como red federal donde al parecer se podrían comunicar los funcionarios de cierto nivel entre ellos, incluidos gobernadores. A mí me tocó verlos de cerca en los noventa y puedo confirmar que eran dos, que eran rojos y existía un directorio distinto para cada uno. Al parecer en 2011 se dio la orden al IFAI de publicar el directorio de dicha red federal del teléfono rojo, aunque no pude corroborar si eso se hizo o qué tan relevante puede ser conocer los nombres de quienes están conectados, claro, a menos de que en la lista aparecieran personas que no sean funcionarios. Si existe un teléfono rojo todavía en el escritorio del presidente López Obrador, como se ha visto en fotografías recientes de su oficina, ¿lo usará?, ¿a quién tiene en su directorio y será un teléfono por el que solo se habla y no se escucha? Yo sé que para algunos puede sonar algo exagerado sugerir que el Presidente sólo habla y no escucha, pero existen innumerables ejemplos que vemos en las conferencias mañaneras que nos pueden hacer pensar que el presidente poco a poco se aleja más de otras voces, incluso las de sus funcionarios y asesores afines, y se mete más y más en su propia realidad, sus propios datos y su versión de un país que cada vez más mexicanos vemos difiere de la idea que vende el presidente. Nos urge un teléfono rojo en el escritorio del presidente que acepte llamadas y cuyo auricular sea capaz de reproducir la voz de ambos usuarios. Nos urge que el directorio de asesores y expertos con acceso al teléfono rojo, y al Presidente, sea utilizado y rompa cualquier idea de país ideal en el que supuestamente “vamos bien” y se aterrice en la realidad. No podemos correr el riesgo de que por falta de un teléfono rojo efectivo el País siga avanzando en la trayectoria de una bola de nieve. ¿Quién se anima a decirle esto al Presidente? ¿Habrá alguien en su equipo cercano dispuesto a levantar la mano y señalar lo obvio sobre poner los pies en el piso y enfrentar la realidad de México? Tal vez usando el teléfono rojo se pueda señalar la urgencia.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com