Factor Rubicón: la seguridad en Coahuila y Torreón, el punto de no retorno
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En un país donde varios estados siguen atrapados en espirales de violencia, Coahuila se ha convertido en una excepción
En la historia, hay momentos en los que una decisión marca un antes y un después, un punto de quiebre que redefine el rumbo de los acontecimientos. Julio César lo vivió en el año 49 a.C. al cruzar el río Rubicón, un acto que lo llevó a una guerra civil que cambiaría para siempre a Roma. En psicología, este concepto ha sido adaptado a la Teoría del Factor Rubicón, que explica cómo los individuos y las sociedades atraviesan un umbral irreversible cuando toman una decisión definitiva. Torreón y Coahuila han sido ejemplos de cómo una comunidad puede cruzar su propio Rubicón y no volver atrás, dejando una época de violencia para convertirse en modelos de seguridad en México.
En el 2012, Torreón era una de las ciudades más peligrosas del mundo. Aun con los esfuerzos realizados por las autoridades, la violencia del crimen organizado había invadido todos los aspectos de la vida cotidiana, una sensación de inseguridad que paralizaba a la sociedad. Las cifras eran devastadoras y la ciudad estaba al borde del colapso. Pero en lugar de rendirse, Torreón tomó una decisión: cruzar su propio Rubicón y comprometerse con la recuperación de la paz.
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La transformación de la seguridad en Torreón no fue el resultado de un solo esfuerzo, sino de la convergencia de diversos actores que entendieron que la seguridad no es solo responsabilidad del gobierno, sino de toda la sociedad. El gobierno implementó una estrategia integral que no solo enfrentó a los grupos criminales, sino que también atacó las estructuras que sostenían su poder. Se fortaleció la presencia de las fuerzas de seguridad en las calles por parte de las fuerzas armadas y las diversas corporaciones.
El sector empresarial jugó un papel fundamental en este proceso. Conscientes de que la inseguridad afectaba el desarrollo económico de la región, empresarios locales apoyaron activamente las estrategias de seguridad, financiando el equipamiento y la modernización de la policía. Se invirtió en tecnología avanzada, mejores salarios y capacitación para los cuerpos de seguridad, asegurando que las fuerzas del orden tuvieran los recursos necesarios para hacer frente a la amenaza del crimen organizado.
Pero si hay un actor clave en esta historia de cambio, es la sociedad civil. La ciudadanía comprendió que la seguridad no podía depender únicamente de las autoridades y tomó las calles en un esfuerzo por recuperar la ciudad. Iniciativas como Moreleando, Ruedas del Desierto y Rodadas por la ciudad fueron solo la punta del iceberg de un movimiento ciudadano mucho más grande. Universidades, colectivos, organizaciones civiles, la Iglesia y medios de comunicación trabajaron en conjunto para fomentar la cultura de la legalidad, la denuncia y la recuperación de los espacios públicos. El Consejo Cívico de las Instituciones Laguna (CCI) desempeñó un papel crucial en la recopilación de datos, monitoreo de seguridad y diálogo constante con las autoridades para garantizar la transparencia y la eficacia de las políticas públicas.
La estrategia de seguridad en Torreón no solo logró reducir drásticamente los índices delictivos, sino que también reconstruyó la confianza entre los ciudadanos y las instituciones. Hoy Torreón es una de las ciudades más seguras de México dentro de su categoría, y Coahuila es reconocido como uno de los estados con menor incidencia delictiva en el país. La percepción de seguridad entre los ciudadanos ha mejorado considerablemente. Pero más allá de las cifras, lo que realmente distingue a Torreón es que esta transformación no ha sido obra del azar, sino de una estrategia sostenida y de una decisión firme de no regresar al pasado.
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Se debe reconocer el papel del Gobierno estatal y municipal en este proceso. La capacidad para implementar políticas efectivas, coordinar esfuerzos interinstitucionales y colaborar con la sociedad civil y el sector privado ha sido clave para consolidar la seguridad en la región. Al mismo tiempo, la determinación de los empresarios para contribuir al fortalecimiento de las instituciones de seguridad merece un reconocimiento especial. Pero por encima de todo, la sociedad civil ha sido el verdadero motor de este cambio. Su resiliencia, su voluntad de recuperar la ciudad y su firme compromiso con la paz han sido la fuerza que ha llevado a Torreón a donde está hoy.
En un país donde varios estados siguen atrapados en espirales de violencia, Coahuila se ha convertido en una excepción. Mientras en otras regiones se sigue debatiendo si es posible recuperar la seguridad, aquí ya se cruzó el Rubicón y no hay marcha atrás. La lección que deja Torreón es clara: la seguridad no es un milagro, es una decisión. Es una estrategia bien ejecutada, una comunidad decidida y un compromiso inquebrantable de no volver al pasado. Hoy Torreón es una ciudad que ha decidido vivir sin miedo y su historia es un testimonio de que, cuando una sociedad está dispuesta a cruzar su Rubicón, el cambio es posible.