Francisco Coss, un célebre revolucionario coahuilense que no murió asesinado
COMPARTIR
Nació en 1880 y a los 26 años se volvió revolucionario. No porque se fuera con la bola, como decían de los mexicanos que andaban en la revolución, porque aún no había bola, sino porque se unió a los precursores de la revolución que, encabezados por Ricardo y Enrique Flores Magón, en 1906 se levantaron en armas en Coahuila en aquel primer episodio contra el gobierno porfirista en la comunidad fronteriza de Las Vacas.
Junto con Luis Gutiérrez, Andrés Saucedo, Alfredo Breceda, Jacinto B. Treviño, Francisco Destenave, Luis Garfías, Miguel Acosta, Rafael Saldaña, Cayetano Ramos y Jesús Dávila Sánchez, partió de Saltillo acompañando a don Venustiano Carranza en la lucha contra Victoriano Huerta. Su nombre fue Francisco Coss Ramos y le fue fiel a don Venustiano hasta el final. Nos referimos a este revolucionario que llegó vivo a los 81 años, a propósito del aniversario 113 de la Revolución Mexicana, que se conmemora mañana 20 de noviembre.
TE PUEDE INTERESAR: Saltillo: Aventuras de Cándido Daniel, estudiante del Ateneo frente a San Francisco
En la firma del Plan de Guadalupe, Coss formó la retaguardia de los carrancistas, convocando a la lucha contra el usurpador Victoriano Huerta; comandó fuerzas del ejército constitucionalista y participó en numerosos hechos de armas, entre ellos las batallas de Chapingo, Texcoco, Calpulalpan y Tlalpan; en el norte de Coahuila y en los estados de Zacatecas y San Luis Potosí, y también en la lucha contra Francisco Villa.
Se cuentan muchas anécdotas de este general revolucionario apodado “Pancho patadas”. Una de ellas narra una hazaña realizada en batalla contra los federales en Saltillo, cuando montado a caballo lazó y arrastró con la reata un cañón, no muy grande, que traía el enemigo y que diezmaba despiadadamente su tropa. Esta anécdota quedó plasmada en bronce, en una gran escultura que mandó erigir el gobernador Óscar Flores Tapia. La colocó en alto pedestal en el crucero surgido de la construcción ya indispensable de una importante vialidad en los terrenos de los antiguos patios de maniobras de la vieja estación del ferrocarril, que dividían en dos partes la ciudad impidiendo su comunicación. Al nuevo bulevar que corre paralelo a la avenida Presidente Cárdenas, Flores Tapia le impuso el nombre del revolucionario al que nos hemos estado refiriendo: General Francisco Coss.
TE PUEDE INTERESAR: Mentes inquietas: aquí un perfil de tres inventores de Saltillo que cambiaron el mundo
Sólo una vez se rebeló Coss. El 15 de diciembre de 1917 estalló una rebelión local contra el gobierno de Carranza y los rebeldes fueron Francisco Coss y Luis Gutiérrez. Ambos creían tener mayores merecimientos que Espinosa Mireles a la gubernatura de su estado por los méritos y el prestigio adquiridos durante la lucha revolucionaria. Su rebelión fue muy pronto sofocada en los encuentros de La Mulita y El Pantano, pero aun así, los dos tuvieron que andar a salto de mata, escondidos un día aquí y otro día allá, aunque por corto tiempo. A don Venustiano Carranza se le atribuye la siguiente frase: “Teniendo al servicio del estado a hombres tan patriotas y de principios revolucionarios como el teniente coronel Francisco Coss, estoy seguro de salir avante en cualquier peligro que se presente”. Pero la anécdota que narra don José García Rodríguez retrata a “Pancho patadas” de cuerpo y alma.
Cuenta don Pepe que cuando vino a Torreón el presidente Lázaro Cárdenas a repartir las tierras de la Laguna a los campesinos, había gran expectación entre estos, al mismo tiempo que gran consternación entre los dueños de las tierras y sus familias. Reunida la multitud, se le acercó al presidente una conocida dama de sociedad y le dijo tímidamente: “Señor, las tierras que va usted a repartir han sido de mi familia por más de cincuenta años”, a lo que replicó de inmediato el presidente: “Pues ya las han tenido por mucho tiempo, ahora que le toquen a otros”, y viendo de pronto al general Francisco Coss, que había aceptado ser miembro de la comitiva de Lázaro Cárdenas para tener oportunidad de tratarle un asunto particular, le preguntó: “Y usted, mi general, ¿cómo ve este asunto de la repartición?”. Y respondió el general Coss: “Pues a mí me gusta levantar a los caídos, pero no me gusta tumbar a los parados”.