Geopolítica en Piedras Negras: Crisis migratoria, un desafío entre EU y México
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El gobierno ruso decidió invadir Ucrania, los ucranianos resisten el ímpetu imperial de Vladimir Putin. Hamas ataca a Israel y el gobierno israelí bombardea al pueblo palestino en la Franja de Gaza. El gobierno estadounidense apuesta su enorme poderío para apoyar a los gobiernos ucraniano e israelí. Biden ha comprometido para ello miles de millones de dólares. La guerra es un negocio enorme para los poderosos y un dolor sin nombre para los pueblos.
El Partido Republicano, de cara a la inminente elección presidencial, aprovecha la coyuntura para exigir a Biden mayor firmeza contra la creciente e imparable masa de migrantes que se agolpa en la línea fronteriza entre Estados Unidos y México. El oportunismo electorero de los republicanos no significa que su partido se proponga apoyar a los gobiernos de Israel y Ucrania; su propósito es debilitar a Biden tanto dentro como fuera del Partido Demócrata.
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Mientras tanto, en el Sur Global, desde Honduras, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Cuba, Venezuela, Perú, Ecuador hasta los continentes Africano y Asiático, el hambre, la violencia y la inseguridad se dejan sentir con inusitada crudeza.
Los mecanismos de acumulación en el mundo y la falta de oportunidades, fuerzan a miles de seres humanos a tomar sus escasas pertenencias para encaminarse hacia el Norte Global por inciertos caminos, tortuosos, complejos, plagados de peligros y amenazas en los que pierden la vida cada vez más personas.
Los migrantes lo arriesgan todo porque en sus tierras de origen no tienen nada que perder, pues ya lo han perdido todo. Son tantos que las fuerzas de seguridad en México y los Estados Unidos, medido en recursos humanos, resultan insuficientes para contenerlos, especialmente cuando se acercan a la frontera que los separa de su anhelado destino.
Jerónimo, María José y Elena, mis hijos, de 11, 8 y 4 años, no tienen por qué conocer lo que he tratado de bosquejar líneas arriba. Con toda sencillez nos preguntan y se preguntan por qué tienen que cruzar caminando el puente internacional entre Piedras Negras e Eagle Pass para visitar a sus abuelos y festejar con ellos la Navidad. Las filas para retornar en automóvil a Estados Unidos han llegado a tardar catorce horas. Alrededor de tres mil migrantes y los que se les agregan de día en día, tienen sobre ocupados a los agentes fronterizos, a la policía municipal de Eagle Pass y a la del Estado de Texas. No hay recurso humano que alcance, y todo indica que tampoco suficientes recursos públicos para atender tamaña demanda.
Algunos migrantes consiguen colarse hacia el norte aprovechando el caos reinante sin tocar base en migración ni someterse al procedimiento migratorio. Son tantos que pueden aprovechar los muchos huecos que existen para entrar sin documentos a territorio estadounidense.
La mayoría prefiere entregarse a las autoridades y soportar el proceso legal para migrar; todos los días se presentan más de diez mil solicitudes. El gobernador de Texas, republicano, hace de las suyas. Llena aviones y autobuses de migrantes para mandarlos a ciudades demócratas como Nueva York, Chicago o Los Ángeles. La ecuación es simple: ¿quieren migrantes?, ahí los tienen, como si se tratara de mercancía desechable y a sabiendas de que a Texas le hace falta mucha gente para cubrir puestos de trabajo disponibles. Por su parte, los migrantes, se avienen y voluntariamente felices suben a los transportes que se les ofrece gratuitamente.
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En el mundo entero las políticas migratorias son un caos. En América lo es más, no es sustentable. La violencia, la inseguridad y la pobreza que flagelan a unos y la egoísta ambición de otros, la irracionalidad de gobernantes y políticos se cruzan con la insensatez que priva en los parlamentos, todo confluye para agudizar los problemas, nada se hace, nada avanza. La mera administración de la crisis se encuentra ya en crisis.
La frontera entre Eagle Pass y Piedras Negras está viviendo una crisis inédita, desconocida. El flujo comercial está interrumpido, el lento flujo de las personas paraliza las dos economías. Un medio oficioso del gobierno coahuilense decía hace algunas semanas que Manolo Jiménez había resuelto el problema en la frontera. ¡Qué poco le duró el mágico embrujo!