Sinaloa: Rocha Moya, sus narcoencuentros y la decisión de Claudia
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La presidenta Claudia Sheinbaum tomó la decisión de que el gobernador Rocha se separe del cargo, pero el sinaloense no lo tomó bien
El Gobierno Federal ya lo tiene mapeado. La presencia en Sinaloa de gente de toda la confianza de los secretarios de la Defensa Nacional y de Seguridad Ciudadana ha permitido armar un expediente sobre el gobernador morenista Rubén Rocha Moya.
Esa información, a la que tuve acceso, señala que Rocha Moya se ha reunido con al menos cuatro capos del narco: Ismael “El Mayo” Zambada, Rafael Caro Quintero y dos hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. No debe sorprender a nadie. En campaña, en una entrevista que le hice para Latinus, Rocha Moya explicó que para gobernar Sinaloa había que coordinarse con los cárteles.
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El expediente también retrata el papel central que juegan los hijos de Rocha en el gobierno de Sinaloa, tanto en la parte política como en la financiera. Señala que frente a la crisis de violencia que estalló hace cinco meses en el estado, Rocha Moya ha asumido una actitud pasiva, casi ausente, que ha complicado las cosas aún más. Ese vacío lo han llenado sus hijos, quienes serían los que mandan y −peor aún− quienes habrían participado en el armado de la detención de “El Mayo” y el posterior intento de encubrir todo.
Me revelaron que este reporte llegó hasta el escritorio de la presidenta Sheinbaum en Palacio Nacional, quien tomó la decisión política de que el gobernador Rocha se separe del cargo. Encargó implementar esto a una interlocución capaz de generar condiciones de confianza en tres bandas: la Presidenta, el gobernador y el expresidente López Obrador.
De acuerdo con lo que me dicen fuentes muy bien informadas, el mensaje con el que regresaron de la primera reunión con el gobernador fue que Rocha no tomó bien la sugerencia y se resistió.
Cualquiera podría deducir que la visita de Andy López Beltrán a Rocha Moya en Sinaloa −so pretexto de refrendar su militancia morenista y darle su nueva credencial del partido− es un mensaje de respaldo al gobernador frente a cualquier intento de removerlo del cargo. Y ya saben de parte de quién es ese mensaje. Esto deja en manos de Palacio Nacional una decisión: ceder y aceptar trabajar con el gobernador que ya no es visto como parte de la solución, sino como parte del problema, o doblar la apuesta y removerlo del cargo aunque no sea “por las buenas”.
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Si va por lo segundo, hay un factor externo que le da margen de maniobra a la doctora Sheinbaum frente a los actores de poder que defienden fervientemente a Rocha: Donald Trump. La presión del presidente de Estados Unidos ha sido determinante en acelerar la muerte del “abrazos, no balazos”. Ya incrementó el despliegue militar por todo el país. Ni en tiempos de Calderón habían estado 200 mil soldados operando por toda la nación. Ya duplicó el número de personas detenidas. Ya potenció los decomisos −especialmente de fentanilo− con una buena dosis de impacto mediático.
Existen aún fichas que tiene la Presidenta para revertir la extendida percepción en el gobierno estadounidense de que “las organizaciones mexicanas del narcotráfico tienen una intolerable alianza con el gobierno de México”: detenciones, extradiciones y, desde luego, Rocha Moya. Veremos qué pone sobre la mesa.