Grabaciones inmortales
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A la memoria de Ernesto Gómez Cruz
(7 de noviembre de 1933-6 de abril de 2024)
El compositor Edward Elgar (1857-1934) escribió en 1919 el concierto para chelo en mi menor, opus 85, estrenado en el Queen’s Hall, de Londres, el 27 de octubre de ese mismo año. El solista fue Felix Salmond (1888-1952), y Elgar en la dirección de la orquesta sinfónica de Londres. Ese día el programa incluía obras de diversos compositores, pero no fue Elgar quien mantuvo la dirección de la orquesta, como es costumbre, sino el director titular de la OSL, el ruso-inglés Albert Coates. A Mr. Coates le encantaba sermonear a sus músicos y se tomaba el tiempo destinado a los ensayos de otros. Tal cosa sucedió la víspera del estreno del concierto de Elgar, por lo que éste ensayó solo dos minutos, en un ejercicio de “...egoísmo brutal, maleducado, grosero...”, como calificó Lady Elgar a Coates. Si Elgar no fuese un caballero le hubiese estrellado el chelo a Coates en su rusa nariz, y le metiera la batuta por la salida.
Gracias a que Salmond y Elgar eran amigos salvaron el estreno, que en general fue un desastre. Al año siguiente Elgar y la chelista Beatrice Harrison (1892-1965) grabaron por primera vez el concierto, mediante el método mecánico. En 1928 regresaron al estudio para grabarlo, ahora con el método eléctrico. Después de esto el concierto pasó a un discreto olvido, hasta 1945 que Pau Casals lo grabó con la sinfónica de la BBC, dirigida por Sir Adrian Boult (1889–1983). (Biddulph Recordings, remasterizado en 1997). En 1958 lo grabó Mstislav Rostropovich (1927–2007) con la filarmónica de Moscú, dirigida por Natan Rakhlin (1906–1979). (Pipeline Music, col. Classical Masters. Remasterización en 2006). Pierre Fournier (1906–1986) grabó su versión den 1955, con la sinfónica de la Radio de Colonia, con Hans Rosbaud (1895–1962) en la batuta. (WDR The Cologne Broadcast).
Estas tres grabaciones son espléndidas, sin duda alguna, y a pesar del esplendor de sus solistas, no sé por qué tienen la gracia de un sacristán contando chistes.
En 1965 el violonchelista y director titular de la Sinfónica de Londres, Sir John Barbirolli (1899-1970), firmó contrato con EMI. Barbirolli escogió el concierto para chelo de Elgar para lo que llamó a una joven chelista, ex discípula de Rostropovich y de Casals: la inglesa Jacqueline du Pré (1945-1987), una rubita delgada, de rostro aniñado y mirada profunda.
Sir John Barbirolli, de movimientos cortos, vigorosos, llenos de pasión, admiraba a Elgar. En 1927 le grabó para la National Gramophonic Society su Introducción y Allegro para cuerdas Op. 47. Cuando le mostraron la grabación Elgar exclamó: “Nunca me había dado cuenta de que era una obra tan grandiosa”. En el cuadernillo que acompaña a la versión remasterizada en el 2000, de aquella grabación, y que distribuye EMI Clasics, hay una nota que sugiere que Elgar no grabó su concierto porque la delicadeza y sonoridad de Barbirolli era simplemente inigualable. Como remate histórico y anecdótico, habrá que decir que John Barbirolli era uno de los violonchelos en el estreno de 1919, aquél que Elgar no alcanzó a ensayar, pero que Barbirolli guardó en su corazón. La grabación resultante en aquel 1965 es impecable y apasionada. Aunque el concierto, en sí, dista de ser una obra compleja, virtuosa o propositiva —como el concierto para violín de Benjamin Britten en re mayor, Op. 15, coincidencialmente estrenado por Barbirolli en 1940—, Du Pré lo convierte en una obra plenamente emotiva, llenándolo de diestros matices, bruñendo los pasajes menores, edificando en el lienzo blanco del silencio, la catedral sonora escrita por Elgar en 1919, aun con el olor de la pólvora de la I Guerra Mundial. Esta grabación es la única en recibir la calificación máxima de The Penguin Guide to Recorded Classical Music, y la BBC
Al año siguiente Du Pré y el director de orquesta y pianista judeo-argentino Daniel Barenboim (1942) se conocieron y se enamoraron. Lo refiero porque en YouTube está “Jacqueline du Pre & Daniel Barenboim - Elgar Cello Concerto”. Se trata de una verdadera canción de amor. Imperdible. Cierro con un chisme: el chelo que fuera de Jaqueline du Pré, quien se retirara a los 28 años debido a una esclerosis múltiple, es un Stradivari ‘Davidov’ de 1712, que ahora usa Yo-Yo Ma.
Este jueves a las 8:30, en el Museo de las Aves, tocará un programa ignoto el violista concertino estadounidense Marc Sabbah con la Orquesta Filarmónica del Desierto. Hay que ir.