Historia malinterpretada: Los tlaxcaltecas requieren una justa reivindicación

Opinión
/ 5 enero 2025

Me sigue preocupando que siga juzgándose en muchos lugares de la República Mexicana como traidores a los descendientes de tlaxcaltecas

Luego de más de cuatro siglos de la presencia tlaxcalteca en el septentrión de la Nueva España, que tuvo como resultado el mestizaje entre ellos con europeos y también con aborígenes locales, da pena que aún no se valore de manera digna la huella de este pueblo mesoamericano.

En la ciudad de Saltillo es evidente que se ha resaltado la fundación en 1591 de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, pueblo gemelar al de Santiago del Saltillo fundado en 1577; pues a un costado de Palacio de Gobierno existe una magnífica escultura de bronce de un tlaxcalteca altivo y, en primer plano, mostrando sobre su lanza el símbolo de una garza blanca, señal inequívoca del Señorío de Tizatlán, junto con un europeo representando al virreinato y a un franciscano.

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En Bustamante, Nuevo León, existe en el costado sur del edificio de la Presidencia Municipal una escultura donada por el gobierno tlaxcalteca, la cual data de 1989 y en donde con claridad se observa la garza blanca y la imagen de un tlaxcalteca con su tilma. También en esta comunidad sigue habiendo un gran orgullo por las raíces de origen. Tanto en Saltillo como en Bustamante se siguen desarrollando las danzas de matachines y se disfruta de la práctica de producir pan, heredada por sus ancestros.

Sin embargo, me sigue preocupando que siga juzgándose en muchos lugares de la República Mexicana como traidores a los descendientes de tlaxcaltecas. Apenas la semana pasada me hicieron comentarios de algo que había ocurrido en Puebla, sobre un funcionario que se sintió insultado porque pensaron que era tlaxcalteca, aclarando que no era traidor, que él había nacido en Veracruz. Imagínense ustedes que, 500 años después de la vinculación estratégica de europeos y muchas naciones mesoamericanas, entre ellas la tlaxcalteca contra el imperio tenochca, siga existiendo la leyenda negra de la traición.

Ayer estuve presente en la ceremonia del 309 aniversario de la fundación del Pueblo de la Nueva Tlaxcala de Nuestra Señora de Guadalupe de Horcasitas, hoy ciudad Guadalupe, Nuevo León, sorprendiéndome algunos aspectos, como el buen discurso de su cronista Erasmo Garza Elizondo, exmunícipe de dicha ciudad, quien señaló que los guadalupenses ya no deben seguir siendo considerados técnicos y obreros, gente pobre; sino que habría que promover su carácter innovador y preparación científica y política.

En el momento en que señaló la figura de don Israel Cavazos Garza (ya fallecido), quien fuera cronista municipal, los aplausos de la concurrencia aparecieron elocuentes, así como también se aplaudió cuando habló de la presencia del torero Eloy Cavazos (sobrino de don Israel).

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Mi amigo, el cronista y actor Juan Alanís Tamez, dirigió una puesta en escena con la presencia de actores, representando a un fraile franciscano, al capitán Francisco Antonio Barbadillo Vitoria y a su prometida. El mismo Alanís representó a un europeo, pero no hubo la representación de un tlaxcalteca. En esta misma ceremonia se presentó un grupo de danzantes evocando las raíces tlaxcaltecas, pero lo que se danzó fue muy ajeno a ello, ya que los tocados y gritos de los bailarines emulaban expresiones apaches. Ciertamente, una mentira que se repite puede llegar a parecer una verdad.

Por supuesto, hubo en el Nuevo Reino de León la incursión de comanches y apaches, pero ninguno de estos grupos participó en la fundación, hace 309 años, de lo que actualmente es Ciudad Guadalupe. Hay que seguir los buenos ejemplos de Saltillo y de Bustamante; es posible que se pueda reinterpretar la cultura intangible, pero sin folclorismos. Es un buen momento para la real reivindicación de los esforzados tlaxcaltecas que hicieron posible la colonización del agreste suelo de los actuales estados de Coahuila y Nuevo León. Sería un acto de justicia.

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