Huella olímpica en el camino
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Los aros y la flama fueron los símbolos.
“El símbolo olímpico expresa la actividad del Movimiento Olímpico y representa la unión de los cinco continentes y la reunión de los atletas de todo el mundo en los Juegos Olímpicos.
El relevo de la antorcha olímpica es un invento moderno inspirado en las prácticas de la antigua Grecia. Anuncia el inicio de los Juegos Olímpicos y transmite un mensaje de paz y amistad a lo largo de su recorrido”.
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Los Juegos Olímpicos son unión de lo diverso, de lo lejano, de lo diferente. Unión de compañerismo deportivo. Sujeción a reglas estrictas y destrezas en competencias sin conflicto. Esfuerzo siempre creciente, persiguiendo −en todo− la excelencia, la victoria y, claro, con el anhelo de colgarse la medalla broncínea, plateada o dorada.
Cada evento de ámbito mundial va dejando una huella en el camino de la humanidad que estrena épocas sucesivas. Ahora se quiso subrayar lo actual, lo novedoso, lo inesperado, con utilización de admirables tecnologías para una visualización ágil, omnipresente y sugestiva.
OMNIPRESENCIA DEL ESPECTADOR
El televidente podía meterse en la cancha, en el lago, en la montaña, en la pista y captar, con cercanía, las gesticulaciones de los participantes. No estaba como la multitud, sentado en la butaca de un graderío con un ángulo único y una distancia considerable, soportando asoleadas. Podía disfrutar de la cámara que pone lentitud en los movimientos, en repeticiones agradecidas.
La clausura, después de narrar la historia de los aros ascendentes, lleva el banderín de símbolo olímpico en motocicleta, avión, bicicleta, silla de ruedas y patineta, hasta las vocales del gran letrero Hollywood y las playas de Los Ángeles, sacudidas con la música de rock.
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Fue el soplo simultáneo de notables figuras del deporte la que extinguió la flama custodiada por los vidrios de una lámpara portátil.
Los ojos de una multitud planetaria de espectadores vivió el ambiente de recíproca aceptación, de esfuerzo compartido, de habilidades mutuamente admiradas. Todo en un clima de tranquilidad, de orden y tolerancia.
Para todos los países en guerra se presentó este ejemplo de lo que es vivir en paz, gozosamente, en un ímpetu de superación, para lograr una humanidad fraterna que celebra la vida.
OBESIDADES DESCUIDADAS
No son corporales.
Pueden ser del entorno saturado de lo inútil. Puede ser obesidad mental carente del sano silencio interior y víctima de algarabías de voces interiores. Las hay de páginas no leídas y sí almacenadas. Puede haber obesidad relacional que succiona tiempo y atención en amplio desperdicio. Suele darse en indumentarias, en excesos maximalistas de colecciones extravagantes. La obesidad verbal es vicio de comentaristas y de charladores adictos a escucharse sin expresarse. La que es gráfica produce párrafos ilegibles por su palabrerío interminable. Hay quienes el exceso de peso lo tienen en sus temores. Son personas asustadizas que inventan fantasmas y enemigos para sentirse vivos asustándose y atacando.
TÉ CON FE
-¿Puede haber algo en la vida de uno que no se compagine con la propia fe?
-Parece que sí. Suelen darse zonas paganizadas. Se requiere ser misionero de sí mismo para plantar la cruz de Cristo en todo lo que se ha mundanizado por afán de tener, de poder o de placer...