Interés por los intereses: la inviable ‘solicitud’ de Claudia Sheinbaum a los bancos

Opinión
/ 25 abril 2025

En semanas recientes hemos visto y escuchado a la doctora Sheinbaum dar “instrucciones” al secretario de Hacienda y Crédito Público para que la banca mexicana baje sus tasas de interés, situación que llama la atención porque deja en claro que hay desesperación y desconocimiento sobre cómo funciona el sistema económico-financiero del país.

Desesperación porque las elevadas tasas evitan una recuperación y crecimiento de la economía ahora que tanto se necesita por el daño que están infringiendo los aranceles y para que el Plan México funcione. Desconocimiento porque las tasas de interés responden a toda una serie de variables económicas en simultáneo y desde luego que no responden, bajo ninguna forma, a las “órdenes o instrucciones” presidenciales porque los bancos no dependen del gobierno, son negocios privados.

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En este último punto es necesario detenerse un poco para mostrar por qué los réditos bancarios siguen tan altos en México ahora que la inflación está solo en 3.96 por ciento en la primera quincena de abril. Para empezar, el gobierno en todos sus niveles es responsable de que las tasas se encuentren tan elevadas, un 18 por ciento en promedio en el costo de los créditos empresariales y un 58 por ciento en los créditos de consumo (tarjetas).

Si no hay reglas claras en cuanto a las leyes que rigen el sistema económico, a quienes lo dirigen y cómo lo dirigen, nadie tendrá confianza en que un crédito podrá recuperarse. Datos de BBVA muestran que casi un cinco por ciento de los créditos no se pagan, y cuatro de cada 10 créditos no se pagan en tiempo y forma (la cantidad a pagar completa en el tiempo que se marca en el contrato mercantil). De esta forma, quienes adquieren un crédito tienen que financiar a los que no pagan.

La reforma al Poder Judicial no abona en este sentido. Los bancos observan que la gran mayoría de los candidatos que se presentarán a la elección del Poder Judicial son militantes o simpatizantes del partido en el poder, lo que deja claras sospechas de que, de ser conveniente en una elección, estos “jueces” perdonarán las deudas para obtener votos. Tampoco queda claro cómo se crearán las leyes necesarias para agilizar el cobro de deudas vencidas, ya que actualmente esos juicios pueden tomar hasta dos años. Si usted ve, hay gastos jurídicos que se generan, intereses que se pierden en términos de dinero, tiempos profesionales desperdiciados, entre otros factores, porque la ley mercantil es, por decir lo menos, cuestionable e ineficiente.

La Presidenta cree que solo bajando la tasa de interés las empresas podrán acceder al crédito, como está estipulado en el Plan México. Nada más lejano a la realidad, y esto lo sostengo porque no hay que olvidar que el 55 por ciento de las empresas en México están en el sector informal, y como consecuencia, no podrán ser parte del plan. Tampoco hay muchas posibilidades para el 45 por ciento de las empresas restantes, lo digo porque es conocido que fuera de los aspectos fiscales, no tienen un orden para llevar a cabo sus expedientes desde lo más básico a lo más complicado. Colegas de bancos me han comentado que las pequeñas empresas que llegan a pedir créditos no tienen sus papeles en regla.

Por ejemplo, todos los trabajadores ganan el mínimo en esas organizaciones, aun los gerentes; no hay minutas de las reuniones del consejo directivo si son sociedades anónimas, y así toda una serie de detalles que impiden que estas empresas puedan acceder a financiamientos. Ya sabemos que la fuente principal para financiarse de las micro y pequeñas empresas son los créditos de proveedores, tarjetas de crédito del dueño o sus familiares y préstamos de amigos y parientes. Hablar de las microempresas, esas que tienen hasta cinco empleados, no tiene mucho sentido, pues por volúmenes de venta no son atractivas para la banca privada.

Aquí es donde el gobierno federal tiene que recuperar los programas que tenía en sexenios pasados. La banca de desarrollo financiaba asesoría para grupos de pequeñas empresas del mismo sector, existía un banco que daba créditos, asesoría y capacitación para el comercio internacional, que era Bancomext. Aunque Nacional Financiera hace una parte de esta labor, no cubre las necesidades que se presentan actualmente y no tiene dinero para prestar. Bancomext da capacitaciones, pero no terminan en proyectos de exportaciones. Quisiera tener la cifra de empresas que exportan después de la capacitación como para poder tener un indicador de eficiencia terminal y saber hasta dónde llega el conocimiento proporcionado por estos esfuerzos. Empero, sí se hace un esfuerzo actualmente por ayudar a las empresas, pero también se requiere dinero de otro lado que no sea solo la banca privada. Si se le deja todo el esfuerzo a esta última, no habrá resultados positivos, aunque sí un culpable, si el Plan México no funciona, se podrá decir que fue por culpa de la banca privada.

Por último, el propio gobierno federal debe reducir su tendencia a seguir pidiendo prestado, ya que los bancos, al tener una cantidad limitada de dinero, tienen que seleccionar a sus clientes, en consecuencia, preferirán prestar todo su dinero al gobierno que a las empresas, es más sencillo, más barato y hasta más redituable. Esto no solo comprende a los préstamos directos, sino también a los cetes, que más del 80 por ciento están en manos de los bancos privados. El gobierno federal toma dinero de la banca privada que podría ser prestado a las empresas y a las personas.

En conclusión, se puede observar que es fácil y demagógico pedirle a la banca que baje las tasas de interés, como lo hizo la doctora Sheinbaum y hasta el mismo presidente de Estados Unidos un par de días después. Sin embargo, se les olvida o no saben que dicha tasa no está a su disposición, depende de varios factores que he presentado brevemente solo para iniciar un proceso reflexivo en el lector y que se entienda que, aunque el Plan México, lleno de buenas intenciones y bien hecho, no funcionará porque el factor principal de que los bancos presten dinero literalmente en grandes cantidades no será posible.

Las tasas de interés en los diferentes productos financieros se han vuelto la parte central de la estrategia de crecimiento económico de México y la segunda más importante en Estados Unidos después de los aranceles. Pedir que bajen las tasas no es algo que se haya dado solo en la actualidad o por la crisis arancelaría. Otros presidentes lo han pedido en el pasado con el mismo resultado, una negativa de los banqueros. No hay condiciones para que el costo del dinero disminuya, aunque nos lo prometan.

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