La consolidación feminista de la AIDH
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Inicia diciembre, el último mes del año, una época caracterizada por los finales y la reflexión. Es tiempo de cierres, de formular conclusiones, de recapitulaciones y de rendición de cuentas: ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué hemos logrado y cómo lo hemos conseguido?
Este año ha sido testigo de la consolidación y expansión de liderazgos feministas, una tendencia que refleja la creciente influencia de las mujeres en diversos ámbitos. El destacado papel de las mujeres en la política, en el activismo, en la ciencia, en las artes, en la música, por nombrar solo algunos campos, ha sido fundamental para dejar claro que las mujeres ya no lloramos, sino facturamos y que no solo podemos comprarnos flores, sino hacer toda una revolución, porque para fortuna de todos, todas y todes, llegó el tiempo de las mujeres.
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En el mismo sentido, la llegada de Irene Spigno a la dirección de la Academia Interamericana de Derechos Humanos, ha marcado un antes y un después en la vida de esta institución. Hoy, con café en mano y una sonrisa de satisfacción, deseo no solo enfatizar, sino sobre todo celebrar, los logros feministas que, desde mi punto de vista, han marcado este 2023 como el año más feminista en la historia de la Academia Interamericana de Derechos Humanos (AIDH), los cuales no se deben únicamente a la agenda propia de las actividades, sino al plausible liderazgo ejercido por la capitana de este barco morado.
De entrada los proyectos desarrollados durante todo el año: El “Programa Comunitario Integral con Enfoque Educativo y de Salud Mental para Niñas, Niños y Adolescentes Familiares de Personas Desaparecidas” con énfasis en valores como libertad, esperanza, respeto, paz, amor y justicia; la muestra de arte feminista desarrollada por la Licenciatura en Derecho con Perspectiva de Derechos Humanos de la AIDH, quienes utilizando la pintura como forma de resistencia reflejaron sus causas, preocupaciones y demandas de justicia; o, la publicación del libro “Mujeres en las pantallas. Los procesos de reivindicación de los derechos de las mujeres desde el cine”, que, mediante el análisis académico de algunos largometrajes, ofrece una visión integral y cautivadora de cómo el cine ha sido un catalizador en la exigencia de los derechos de las mujeres, son algunas de las actividades que ejemplifican no solo un liderazgo femenino al frente de la AIDH, sino sobre todo un liderazgo feminista, que dicho sea de paso, es muy diferente.
En una sociedad estructurada con esquemas binarios, el concepto de liderazgo frecuentemente se asocia con el aspecto masculino de este binomio. Características como decisión, autoridad, seguridad, objetividad, racionalidad y competitividad no solo definen el liderazgo, generalmente percibido como masculino, sino que también se valoran más que cualidades como la empatía, la cooperación, la subjetividad o las emociones. Estas últimas históricamente atribuidas a lo que se denomina, “liderazgos femeninos”.
Pues bien, creo que es precisamente en este punto donde reside la magia que ha encendido la chispa morada en la AIDH y la ha catapultado como uno de los centros más destacados en investigación, enseñanza y promoción de los derechos humanos, no solo en México, sino también en la región interamericana y a nivel mundial. Este año, la influencia de la AIDH se ha intensificado, gracias a que el equipo de trabajo ha experimentado el impulso de la “ola morada” bajo un liderazgo feminista.
Este liderazgo se caracteriza por su enfoque horizontal, sensible, colaborativo, colectivo y empático, más arraigado en las realidades y necesidades humanas. Se trata de una dirección que comprende claramente que las emociones y el cuidado son valores tan fundamentales como la justicia; pero sobre todo se refiere a un liderazgo que se destaca por la importancia de forjar alianzas femeninas poderosas que refuercen la resistencia y unidad en nuestro camino compartido.
Este año, la directora ha encarnado con su trabajo la esencia de un liderazgo feminista no solo posible, sino imprescindible. Ha creado un espacio seguro en el que las mujeres moradas deciden, dirigen, coordinan y proponen, con la seguridad de que sus opiniones y propuestas son escuchadas, atendidas, valoradas y reconocidas. Con su ejemplo y liderazgo ha sentado las bases de una red de mujeres dispuestas a superar los desafíos patriarcales que más que dividirnos, nos unen.
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En el reino animal las hienas hembras suelen ser más grandes y dominantes que los machos, y a menudo ocupan posiciones de liderazgo en la jerarquía social de la manda. Quizá por ello en estas sociedades patriarcales la figura de la hiena no ha recibido el mérito merecido. Sin embargo, para quienes no sepan, referirse a grupos de mujeres aguerridas con el calificativo de “hienas”, más que ofensa, revela una poderosa verdad sobre la fuerza que reside en la unidad y la colaboración.
No es el espacio para candidatear otra opción de mascota para la casa morada, sobre todo porque Tecate ya ha ganado apabullantemente la contienda; pero permítaseme afirmar que la hiena no sería una mala propuesta. Las hienas no vencen poque tengan mayor fuerza física, sino por su capacidad para construir coaliciones numerosas y trabajar en equipo. Pues bien, es cierto, somos como las hienas y vamos en manada, y en esta caza, el feminismo es nuestra arma más afilada...
La autora es investigadora del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH