La corrupción en el Poder Judicial, una historia que no acaba de pasar
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Todos sabemos que la Constitución define la existencia de tres poderes, precisamente para evitar que uno de los tres domine y se transforme en una dictadura. No podemos ser ingenuos como para creer que la Constitución ha sido obedecida. Los que tenemos una edad más o menos larga, experimentamos la práctica de un solo, único poder: el ejecutivo.
De un tiempo para acá se ha vivido una pausada historia de cambio, sí, muy lánguida. Inició con la insubordinación de personajes del partido dominante, el PRI, en 1988. Abandonaron ese espacio a pesar de que les daba seguridad, Cuauhtémoc Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, para lanzar una alternativa. Por su lado el ingeniero Heberto Castillo, creaba la suya. Y, para ser parejos, Reyes Heroles propiciaba la creación de un juez independiente del poder en las elecciones.
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Los cambios fueron más que lentos, lentísimos. Del 1988 al 2018 se avanzó como se pudo, siempre con la oposición de los tres poderes, pero en especial del PRI. Y en esto pudimos ver la importancia que tuvieron personajes fatídicos: Manuel Bartlett, Salinas de Gortari y Diego Fernández.
En Coahuila tuvimos un evento que puede iluminar el tema: en los años veinte un gobernador encerró en la cárcel a los diputados y hay que añadir que ellos siguieron sesionando encerrados. Esto lo publicó el historiador Conrado Charles.
Ahora se discute la posibilidad de renovar, transformar al Poder Judicial, que es el foco de la corrupción: trabaja para el que le paga. El ejemplo evidente es el ministro de la corte Luis María Aguilar, que se ha negado a hacer su trabajo en el caso de la deuda gigantesca que debe al sistema tributario el dueño de Banco Azteca, que supera los 25 mil millones de pesos. Nada más este hecho podría explicar mucho, pero los ejemplos de cómo los ministros y jueces protegen a los narcos, a los políticos corruptos, a los empresarios, serían suficientes como para pensar que además de que es una más de las obsesiones de López Obrador, le hace una enorme falta al país para realmente modernizarse. Sí, los ministros son el grupo más perverso y los que más dinero reciben, parte como estipendios, parte como cochupos.
Ahora me ocupo de escribir una historia relacionada con el Poder Judicial. El expediente del Ministerio Público es claro: un asesino declara cómo mató a alguien. Lo dice claramente: “yo lo maté. Estaba de espaldas y le grité para que volteara y entonces le metí tres balazos”. Once veces dice que él fue el asesino. Sin embargo, sale de las oficinas del MP sin problema porque era pistolero de un político. A cambio, se atrapa a dos indígenas inocentes, y el juez les decreta 26 años seis meses de prisión, claro, luego de salvajes torturas. Este y no otro es el sistema judicial. Pronto terminaré el libro y podrá verse cómo funciona ese tercer poder. Por supuesto, todo estará documentado.
Claudia propone que todos participemos en esto que será un cambio revolucionario. No tengo ni el tiempo ni el lugar, pero lo haré desde la historia, en la medida que pueda. Mi opinión personal es que muchos ministros han abusado de su libertad para ponerse al servicio del dinero y la delincuencia.