La Declaración Universal de los Derechos Humanos, a sus 74 años
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El pasado 10 de diciembre tuvimos una de las conmemoraciones mundiales más señaladas pues fue el Día Internacional de los Derechos Humanos. Como todo día internacional, se aprovecha la oportunidad para sensibilizar y recordar a la sociedad y a los gobiernos sobre la necesidad de resolver problemas y retos pendientes en materia de derechos humanos. En esta ocasión, el día internacional nos recuerda aquél 10 de diciembre de 1948 cuando se emitió la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Declaración fue adoptada en París por la Asamblea General de las Naciones Unidas durante su sesión plenaria número 183, a través de su Resolución 217 A (III).
El documento y la conmemoración de esta fecha tiene mucho sentido si consideramos que por primera vez en la historia de la humanidad la comunidad internacional logró ponerse de acuerdo para identificar y expresar, en 30 artículos y un preámbulo, los derechos humanos básicos que se comprometerían a cumplir.
En otras palabras, han pasado miles de años de la historia de la humanidad, pero ha sido hasta 1948 que se consiguió un acuerdo como este. Ciertamente en el transcurso de los tiempos se han generado antecedentes y esfuerzos importantes para establecer formalmente unos derechos básicos, sin embargo, lo trascendente de la Declaración es que por primera vez se ha logrado el cometido con una vocación universal.
Es decir, que se trata de un consenso internacional sobre unos derechos universales, indivisibles e inalienables, esto es, que no nos podemos desprender de ellos, que no se pueden vender o ceder. Estos derechos están dirigidos a todas las personas del mundo, reconociéndoles la misma dignidad y valor, sin importar su país, religión, sexo, sistema jurídico o cualquier elemento que nos haga diferentes.
Como seguramente podremos coincidir, pensar y confeccionar una Declaración Universal de Derechos Humanos es y ha sido una buena idea. Es darnos una ventaja, es hacernos un favor, pues la misma humanidad que los define los puede disfrutar en todos los ámbitos. Sin embargo, nada es fácil en la vida, y pese a lo encomiable y positivo que supone crear un documento como este, hay que decir que su creación no fue un proceso sencillo e incluso prevalecieron ciertas reservas o desconfianzas de la comunidad universal en su concepción y naturaleza.
En efecto, las complejidades se vieron desde varias ópticas, por ejemplo, desde las diversas concepciones culturales, ideológicas y filosóficas de los países (entre las ideas de “occidente” y “oriente”, y de “capitalismo” y “socialismo”, que estamos en la antesala de la guerra fría). Asimismo, hay que tomar en cuenta las discusiones en torno a las definiciones sobre qué eran los derechos humanos, cuáles de estos se recogerían y cómo se describirían formalmente por escrito.
Recuérdese también que de los 58 votos posibles dada la integración de la ONU en esa época, la Declaración fue aprobada con 48 votos a favor (entre ellos el de México). Ciertamente no hubo ningún voto en contra, pero se registraron ocho abstenciones: Bielorrusia, Checoslovaquia, Polonia, Ucrania, Yugoslavia, Unión Soviética, Sudáfrica y Arabia Saudita. Otros dos países estuvieron ausentes: Honduras y Yemen.
Quizá todo ello explique de algún modo la falta de consenso para que no se le haya dado desde el ámbito jurídico un carácter de “Tratado Internacional”, sino que se haya constituido como una “Declaración” que por definición tiene un impacto más mesurado al descafeinar en buena medida su carácter vinculante u obligatorio.
Como sea, el carácter de “Declaración” no le quita ni le ha quitado importancia y fuerza jurídica al documento, pues éstas las ha tomado por vías indirectas. En efecto, primeramente, la importancia del documento ha venido de su contenido y del impacto político, que no deja de tener que en un acto solemne los representantes gubernamentales que la aprobaron proclamen su adhesión y apoyo formal a unos principios generales que se juzgan de gran valor y perdurabilidad como son los derechos humanos.
En segundo término, la importancia de la Declaración ha venido del objeto mismo de sus postulados, esto es, se trata de una fuente de inspiración y de orientación de la conducta de los países en materia de derechos humanos. Se ha convertido en una recomendación oficial, en una práctica y costumbre internacional, ha sido recogida en el derecho convencional y en las normas nacionales, contiene principios generales del Derecho, normas de ius cogens (normas imperativas e inderogables por proteger valores esenciales compartidos por la comunidad internacional) y lo más trascendente: se ha convertido en un patrimonio de la humanidad para dar un paso adelante para el camino de la paz, teniendo consigo una fuerza especial, como es el poder de las ideas.
Enhorabuena a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A partir de ahora la ONU ha empezado una campaña anual camino a la conmemoración de los 75 años de su adopción. Participemos de la misma en torno a su lema el cual se explica por sí mismo: Dignidad, libertad y justicia para todos.
El autor es Secretario Académico de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH