La equidad es la medida cuantitativa de la justicia, los salarios su aproximación más nítida

Opinión
/ 31 diciembre 2023

En el plano de las libertades humanas, la medida cualitativa de la justicia es la igualdad, y en el plano de los derechos adquiridos la equidad es su medida cuantitativa. En este sentido lo más cercano a la justicia es el salario.

Ahí es donde el tema se vuelve incómodo, porque si hablamos de equidad, hablamos de una distribución universal de los bienes de la tierra, sin negar en ningún momento la propiedad privada y, por otra parte, hablamos de la codicia y la avaricia de unos cuantos que, por un lado, se persignan y, por el otro, siguen sin conectar lo equitativo, independientemente de los pensamientos subyacentes.

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No sólo opera la leyenda urbana sobre como las alzas salariales generarían abundante inflación, porque esto lo han desmentido países donde se han aumentado los salarios y no ha pasado nada en ese sentido –sí en lo social, cultural, educativo, salud, vivienda y empleabilidad–, por una parte; y por la otra, las crisis inflacionarias que se vivieron en 1985, 1994 y 2010 no tuvieron como origen las subidas salariales, ¿o sí?

En el actual sexenio, que comenzó en diciembre de 2018, se pagaba un salario de 88.36 pesos, para 2019 ya había aumentado un 16.2 por ciento, pasando a 102.68 pesos diarios. En el comienzo del sexto año de gobierno ya vamos en 248.93 pesos, con un alza en comparación de 2023 del 20 por ciento y una tasa inflacionaria del 6.12 por ciento (Inegi, 2022).

Aquí es donde estamos parados, sin embargo, nunca serán suficientes las alzas salariales en un país con mentalidades tan chatas que han propiciado una pobreza de 43.9 millones de pobres (Coneval, 2022), donde los conceptos operativos de la justicia –igualdad y equidad– siguen siendo manoseados a diestra y siniestra.

Nos quejamos de la corrupción, ¿cree usted que nada tiene que ver con los salarios? ¿Qué es la informalidad, si no una forma de evadir impuestos? 32.6 millones de personas en nuestro país campean en la informalidad (Inegi, 2023) para que se dé una idea. ¿Por qué la gente pervive en la informalidad? El punto de partida siempre serán los bajos salarios. Otro apartado está en la evasión de impuestos de profesionistas y empresas que para obtener más ganancias se siguen amparando en la informalidad sin tener en cuenta la parte distributiva de la justicia que se genera a partir del pago de impuestos al Estado. Le pongo un ejemplo, todo profesionista que no le acepta pagos con tarjeta, olímpicamente evaden impuestos. Lo mismo pasa con los negocios que le dice “el pago es en efectivo”.

Lo otro es que nuestras prácticas salariales, que han estado desde el 12 de septiembre de 1931 empatadas con lo que determina la Organización Internacional del Trabajo (OIT), han sido un verdadero fraude. Si la OIT determina un pago de salario por horas, a usted le pagan por día. Ya lo asentamos, este 1 de enero en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se determinará por decreto un pago salarial de 248.93 pesos DIARIOS –lo colocó con mayúscula para que usted sepa que lo que determina la OIT es un pago por horas, no por día–.

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Aquí sobreviene otro elemento social en nuestro país, el famoso “american dream”; para quienes no pueden tener una vida digna en nuestro país, siempre será más rentable el riesgo que implica cruzar el río Bravo, buscando las oportunidades que por acá no se dan. En concreto, lo que ganaría un trabajador en México, aunque haya algunos empresarios que digan que acá se paga no uno, sino 3 salarios mínimos, el pago andará por los 31.11 pesos por hora. Así o más mezquinos. Lamentable.

Y ¿quiénes son los responsables de analizar, determinar y justificar los salarios en nuestro país? La famosa Conasami que se reúne sin falta todos los 18 de diciembre de cada año y, en virtud de su subjetivo análisis de la realidad y del contexto del mercado nacional e internacional, determina las alzas salariales.

La Conasami la conforman el titular de la Secretaría del Trabajo, el empresariado mexicano (Coparmex y CCE) y el titular del sindicato mayoritario de los trabajadores en México (CTM). Sin lugar a duda, el alza sexenal ha sido altamente significativa, dice Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE); de un 110 por ciento, añade José Luis Carazo Preciado, representante de la CTM, “un motivo de fortalecimiento para la economía familiar, local, nacional”.

Sin embargo, las lagunas con lo que marca la OIT, de un pago de 15 dólares la hora –NO DIARIO–, lo que dice el artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el 82 y 83 de la Ley Federal del Trabajo en nuestro país, acerca de lo equitativo de los salarios para poder vivir dignamente, se contrapone a los costos del mercado y a las enormes ganancias que tienen unos cuantos –quienes aparecen en las listas de Forbes, quienes devengan salarios ejecutivos– y, por supuesto, de quienes conforman la clase política mexicana.

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La realidad que se vive en materia salarial en nuestro país es una de las evidencias más claras por las que se trasluce la desigualdad, la pobreza y la democracia, y no solamente impacta a los asuntos pecuniarios, sino que permea todas las dimensiones humanas. Los aumentos salariales siguen por debajo de la inflación y las violaciones a los derechos laborales de los trabajadores, al no atender y circunscribirse a los convenios, artículos y acuerdos que son parte de la institucionalidad, particularmente de la Carta Magna, son una práctica cotidiana.

En ese sentido, es deber de las instituciones, particularmente del Estado, hacer una revisión exhaustiva de todos los acuerdos establecidos. Porque sin lugar a duda, los trabajadores mexicanos siguen requiriendo de un salario equitativo que promueva las capacidades humanas y satisfaga cualquier tipo de necesidad existencial –a pesar del 20 por ciento de aumento–. No se puede ignorar que para que haya democracia se requiere un piso básico de oportunidades para todos y el salario es la representación social más próxima a ese piso. Así las cosas.

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