La realidad educativa
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Sugieren los sociólogos un paso de la modernidad tradicional hacia una nueva modernidad distinta, diferente, de una sociedad que basa su dinámica en la información y que la manera en que se genera el conocimiento provoca profundas transformaciones en el entramado social, económico, cultural. Estos cambios, llenos de riesgos y amenazas, afectan las relaciones entre el sistema familiar, social y el escolar.
En esta tesitura, las funciones de la escuela en la actual sociedad se han modificado. La escuela ya no es la única fuente del saber ni el maestro es ya el poseedor exclusivo de los conocimientos. Escuela y sociedad están estrechamente vinculadas. Los cambios en la vida social suponen cambios en la vida de las escuelas. ¿Cómo deben transformarse las escuelas para atender las nuevas demandas sociales?
Es por todos conocido que la escuela no tiene hoy el monopolio de la
educación. Y eso no sólo porque la familia, desde su propia crisis como institución social, propone nuevas formas de su función educativa, sino porque, además, son más los agentes sociales que intervienen en la formación educativa.
Lo anterior significa que la escuela ha perdido la primacía de la transmisión cultural. Y hoy, esa misma función ha dejado de tener importancia como tarea identificadora de la escuela. En la sociedad del conocimiento, sociedad de la era digital y de la era de la globalización, el acceso a los contenidos de la cultura se realiza a través de múltiples fuentes de información que están permanentemente a disposición de los miembros de la sociedad, independientemente de la edad o situación de estos. ¿Por qué el aula ha dejado de ser interesante para los alumnos?
En “La vida en las Aulas”, Jackson Philip señala que todo cambiaba menos el aula, que las clases eran aburridas, que no ofrecían un conocimiento vinculado con la sociedad, entre otras cosas. Hoy se comprueba que los agentes externos son una fuerte competencia para la escuela, tanto por el contenido como por la forma de transmisión. Tales contenidos provocan un impacto que hacen de su mensaje algo mucho más significativo, más vivo y más atractivo para los escolares que los generalmente mensajes informativos de la escuela. Por otro lado, en muchas ocasiones, las informaciones que la escuela transmite llegan al alumno cuando éste ya ha adquirido sobre los hechos el conocimiento de aquellos elementos más directamente relacionados con la vida real.
Así, la escuela queda también privada de uno de sus más importantes recursos: el interés motivador de los conocimientos que imparte. Hoy la escuela está orientada en aprender conocimientos. Aprender a conocer implica desarrollar la capacidad misma de acceder a los datos y procesarlos. La nueva escuela debe lograr que los alumnos desarrollen las capacidades, estrategias y recursos personales para acceder por sí mismos al conocimiento. Y este panorama se basa en la incapacidad que el modelo actual de aprendizaje de conocimientos plantea frente a los desafíos que el futuro presenta a las personas en actual proceso de formación, y a los que han de venir tras ellos.
Por lo tanto, la escuela del futuro cercano sólo tendrá sentido en la medida en que sea capaz de asumir nuevas funciones: la escuela debe estructurar y organizar esas informaciones recibidas por el alumno a través de diferentes medios. Informaciones parciales que llegan al educando a través de los medios sin pretensiones de crear estructuras mentales organizativas, además de ajenas a su preparación previa o madurez cognitiva y emocional.
También, a decir de Canosa, debe proporcionar los recursos necesarios para poder relacionar, valorar y discernir las informaciones recibidas y anticipar sus consecuencias y posibilidades de aplicación a las distintas áreas de la vida y de la cultura.
Y, por ende, dentro de este nuevo entorno se exige que la escuela se
convierta en agencia social y que construya un espacio educativo que no solamente favorezca el aprendizaje cognitivo, sino que fortalezca para niños y jóvenes el cuidado emocional, moral y, en general, el desarrollo de las personas.
De manera definitiva no solamente la pandemia generó el cambio de la ecuación, sino que los elementos que la conjugan incluyen a los grandes avances tecnológicos, nuevas reglas sociales de convivencia y un enfoque educativo alejado del homo faber y cercano al individualismo voluntarioso. ¡Qué lástima!