La secta de Martha ‘Higadera’
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Primero que nada le suplico que no se tome la molestia en corregirme, ya sé que el apellido de la aludida en el título de esta colaboración se deletrea HIGAREDA, pero creo que muy pocas veces la suerte, el destino y la lengua se nos ponen tan a modo para hacer un oportuno juego de palabras, y desaprovecharlo sería no sólo un despropósito sino un escupitajo al ojo de la Providencia Divina.
“Higadera” es más que apropiado, ya que la producción fílmica de esta actriz ha pateado tantos hígados que ya la Secretaría de Salud la reporta como la primera causa de cirrosis no etílicas en nuestro País.
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Pero más allá de su relevancia como intérprete de cintas genéricas y desechables, la protagonista de ese clásico llamado “No Manches Frida” cobró renovada notoriedad en días recientes luego de que alguien tuviese la feliz ocurrencia de hacer una compilación de algunos momentos selectos de sus entrevistas (la mayoría de ellas realizadas por el distinguido comunicador Yordi Rosado).
Distingue a esta colección de relatos −de supuestas vivencias personales− el carácter inverosímil de prácticamente cada uno de ellos. Tan es así que de llegar a demostrarse su autenticidad, Higareda se convertiría en automático en la versión femenina y mexicana para el mundo real de Forrest Gump.
Lo cierto es que ya es lo de menos si Higareda, como celebridad de petate, llega a tener sus roces y hasta algunos escarceos coquetos con astros de primera línea (los de Hollywood): Que si rechazó las proposiciones de un ganoso Jared Leto; que si Ryan Gosling la salvó de un percance menor; que si declinó un proyecto fílmico con el protagonista de “The Batman”, Robert Pattinson por venir mejor a México a trabajar en su enésimo churro... ¡Vale! Hay una posibilidad para cada uno de estos episodios; cuesta un poco de trabajo creerlo, sin embargo, no carecen por completo de un cierto grado de factibilidad, dada la profesión y el ambiente en que se desenvuelve la amiga Martha.
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Pero la verosimilitud de estas anécdotas se compromete y la credibilidad misma de la actriz se resquebraja cuando agregamos a su colección de “vivencias” la vez que vio un duende como resultado de una sesión con la tabla ouija; o la ocasión en que encaró a Belcebú en persona con cuernos y todo; así como otros muchos encuentros con lo paranormal.
Allí es cuando ponemos en duda la salud mental de la histrión, y todo lo que haya relatado con relación al mundo no fantástico de la farándula se vuelve dudoso, por decir lo menos.
Y dudar es lo que haría cualquier periodista con un mínimo de ética y olfato para el oficio, pero en el caso de Rosado (que carece de ambos atributos), le resulta mucho más cómodo y simple, pero también redituable, el aceptar incondicionalmente todos los desvaríos que su amiga le plantea, ya que es mucho más cautivador para la audiencia, ya sea porque encuentra entretenidos los relatos de lo fantástico de Higareda, o porque es morbosamente divertido ver a una seria candidata al “Cesame” Street externar todos sus delirios.
Pero la cosa no para allí, se dice que la actriz tiene un espacio en plataformas para hablar sobre todas las teorías conspiranoicas que, desde luego, también amueblan su mente. Una de ellas, la más difundida, es la existencia de colonias en la Luna, dato que obtuvo a través de una amiga que trabajó para Elon Musk (porque, usted sabe, Musk vive ya en el año 2400).
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El caso es que ya hay asentamientos humanos en nuestro satélite natural, lo que Marthiux no nos pudo confirmar es si dichos asentamientos los iniciaron los de Antorcha Campesina.
Higareda le da vuelo a todo el embuste de la holística, las terapias alternativas y la medicina tradicional; además de ser una convencida de las más absurdas y desacreditadas conspiraciones, como los Illuminati, el Grupo Bilderberg, los Rockefeller y desde luego George Soros, responsables del control económico, mediático y político mundial.
Lo increíble, sin embargo, no es que una estrella de cine de segunda categoría (de segunda el cine y también la estrella), tenga un serio problema para vincularse con el mundo real y para discernir los desvaríos de una mente febril de los hechos verificables, sino que haya gente tan convencida de que todo lo antes relatado es cierto, que hasta sale en airada defensa de Martha.
Me he topado en redes a dos tipos de apologistas de la señora Higareda (cosa que no deja de asombrarme, aunque ya en nada me extraña): Unos, los que consideran que el escarnio hacia la actriz obedece a una especie de malinchismo pues, como mexicanos, veríamos con envidia como ella colecciona anécdotas lo mismo con Prince, que con Keanu Reeves, y optamos mejor por desacreditarla y ridiculizarla...
Y aquellos que están igual de convencidos de todas esas chorradas de la holística de las conspiraciones de la hegemonía política global a través de una pequeña élite, es decir, el Nuevo Orden Mundial.
Me queda claro que para posicionar una mentira ni siquiera se necesita que el mito sea medianamente convincente, todo lo que hace falta es contárselo a la gente correcta que se encargará de convertirlo en un credo, en un dogma y hasta defenderá al mentiroso como un profeta.
La actriz, oriunda de Tabasco (¡¿es que nada bueno puede venir de esta entidad, chingado?!) está muy enferma de su cabecita (que mucho me gustaría apretar como melocotón, a ver si se le sale toda la porquería); o es acaso muy perversa para divertirse con la gente a costa de su credulidad, lo que no es un juego del todo inofensivo, ni aun tratándose de una actriz y su público.
Imagine entonces lo pernicioso que puede llegar a ser este mismo juego perverso de poder entre un político delirante y un grupo de seguidores dispuesto a creerle todo, de manera incondicional, pese a que exista nutrida evidencia que lo desmienta.
Ya sea por militancia o por resentimiento, otorgar credibilidad absoluta a las mentiras más burdas y absurdas, el ir en contra de todo lo que nos grita la realidad y el sentido común, es un rasgo de adoctrinamiento y pocas cosas hay tan peligrosas para nuestras sociedades como las sectas, las cuales muy a menudo tienen consecuencias funestas.