La última trinchera de la democracia en México

Opinión
/ 27 agosto 2025

El país ya aprendió a vivir sin Poder Legislativo, ya son siete años; ahora, el 1 de septiembre sabrá qué significa no tener un Poder Judicial independiente

Se decía que la última trinchera del régimen democrático era el Poder Judicial federal y la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). En más de un sentido había razón, no en todo. La derrota por la destrucción de la judicatura es apabullante, pero la resistencia persiste. Mucho está perdido; se pierde un elemento muy importante para la contención del abuso del poder y no menos importante es el deterioro de la certeza de derechos para las personas. El golpe por la reforma judicial es brutal, pero no es fatal.

Ahora, ante la reforma política, mal llamada electoral, con fundadas razones se piensa que la última trinchera es el voto de los asociados al régimen, PVEM y PT, para defender –en interés propio– el intento de acabar con la pluralidad en la representación política y en el sistema de partidos. La propuesta del comisario Pablo Gómez hacia allá se conduce, bajo la convicción de que los partidos tergiversan el mandato del único representante legítimo del pueblo, Morena. No le importa que su partido obtuvo tan sólo 41 por ciento de los sufragios; para él sólo existe una fuerza representativa del pueblo, lo demás sale sobrando.

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Quienes mandan en el PVEM y PT no son de argumentos elaborados o de reflexiones teóricas exquisitas, ellos a lo suyo, que es mantener al partido como fuente de poder de negociación; chantaje, dice su socio –empoderado–, sin advertir que la mayoría abrumadora que ostenta se debe al PVEM y PT, de otra manera Morena sería una minoría más, con menos de 245 diputados. Sería inexplicable que los dueños, representantes o dirigentes de dichos partidos cedieran ante el comisario Gómez. Ni todo el oro del mundo justifica poner de por medio la existencia, además, quiérase o no, se les necesita para ganar elecciones a cargos ejecutivos, como quedó claro en los pasados comicios en Durango y Veracruz.

Pero no son el PVEM y el PT la última trinchera a pesar del papel histórico que la realidad les ha concedido en la negociación de la estalinista reforma política. No es demagogia ni anhelo guajiro: la última trinchera es el ciudadano y el poder del voto. Nada lo detiene una vez que se abre esa estrecha ventana del sufragio. Le sucedió a Maduro, quien pensó que ganaría, pero el resultado le fue claramente adverso y tuvo que robar la elección. También pasó con Trump en su reelección: no le quedó otra que decir que Joe Biden le había robado la elección.

En 2021, López Obrador fue a las urnas con la convicción de que vería refrendada su mayoría –como Fox, Calderón y Peña– y terminó con un mal resultado. El fracaso de Sheinbaum en la Ciudad de México se le atribuyó a Ricardo Monreal, quien acabaría en la hoguera de las traiciones, como si el senador tuviera el poder de movilizar a millones de votantes de la capital. También se culpó y removió a Gabriel García, quien tenía a su cargo la misión de hacer de los beneficiarios de los programas sociales votantes morenistas, pretensión actual de Andrés López Beltrán en su misión de llevar a más de 10 millones el padrón morenista.

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No existe ninguna razón que no sea el voluntarismo para creer que Morena repetirá el resultado de la elección presidencial. Al igual que el PRI en el pasado, se expone más porque gobierna casi todo el país y también más perdería por la sencilla razón de que los gobiernos locales y municipales de Morena están pésimamente calificados por la corrupción y el mal gobierno. Veracruz y Durango fueron un anticipo de lo que se les viene.

La última trinchera de lo que queda de la democracia son los ciudadanos. El país ya aprendió a vivir sin Poder Legislativo, ya son siete años; ahora, el 1 de septiembre sabrá qué significa no tener un Poder Judicial independiente del poder, profesional en su desempeño e imparcial en sus sentencias. Algunos anticipan el sometimiento de la judicatura al régimen político, otros, con mayores elementos, afirman que será al más fuerte, al más poderoso por el dinero o por la vía de la intimidación. ¿Qué se puede esperar de una nueva Corte, llamada “del bienestar”, cuando ni siquiera tiene claridad de dónde vienen las peores y más perniciosas amenazas al buen desempeño de la justicia, por hacer propia la arrogancia y la mentira del régimen?

Licenciado en Derecho Facultad de Jurisprudencia UAC. Maestría y Estudios de Doctorado en Gobierno por la Universidad de Essex, Inglaterra.

Ha sido Catedrático en el ITAM; en el ITESM; en el CIDE; y en la Universidad Anáhuac.

En 1997 a 2000 titular de la Asesoría Política en la Presidencia del doctor Ernesto Zedillo.

Desde 2005 director general del Gabinete de Comunicación Estratégica

Columnista Juego de Espejos en Milenio Diario, Bloomberg-El Financiero y en SDP Noticias, Código Libre y en la Revista Peninsular. Coautor de varios textos en materia electoral y estudios históricos.

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