Las pensiones y jubilaciones
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El Presidente de la República hizo referencia a uno de los temas que serán vitales para el país el próximo año: el de las pensiones y jubilaciones. Para iniciar en este tema es necesario hablar de demografía para poder comprender mejor las implicaciones de este asunto y señalar algunos detalles en los que el presidente tiene mucha razón.
La demografía tiene un rol muy importante porque la población va envejeciendo y cada vez hay más retirados en relación con los que trabajan. Esto tiene consecuencias importantes para el crecimiento económico del país. Las personas de la tercera edad tienen patrones de consumo muy diferentes al de las personas jóvenes. Por ejemplo, los jóvenes forman familias y son núcleos poblacionales en crecimiento, mientras que los jubilados son todo lo contrario, grupos que se van reduciendo hasta quedar prácticamente parejas o individuos solos. Compran cantidades menores de alimentos y más de medicamentos, entre otras grandes diferencias. Dada la cantidad de dinero recibida, el consumo es comúnmente muy reducido en comparación a las etapas de vida anteriores.
También es necesario entender el fenómeno de la familia moderna; hay un hijo o hija, máximo dos. Esto tiene impactos importantes de largo plazo porque conforme pasen los años la proporción de trabajadores a jubilados ira decreciendo. Lo anterior implicará que habrá menos trabajadores disponibles y más dependientes económicos. Esto se puede decir porque con los montos de las pensiones de menos de 5 mil pesos mensuales y en el mejor de los casos de 6 mil pesos dentro de dos años, no será suficiente para alimentar a una pareja de pensionados o jubilados y menos, de poder comprar los medicamentos necesarios, sobre todo ahora que los sistemas de salud del Estado no tienen capacidad de abastecerlos y son las personas las que tienen que comprarlos, mermando sus ingresos.
Las administradoras de fondos para el retiro (Afores) son el negocio perfecto. No utilizan dinero propio, pues son las encargadas de invertir nuestro dinero en los fondos que de acuerdo con una serie de restricciones por grupos de edad y desde luego, rendimientos, generan utilidades. De las ganancias de nuestro dinero, las Afores se cobran sus comisiones (a una tasa del 0.808 por ciento), pero ojo, si hay pérdidas, como las está habiendo desde hace dos años, se toman de las aportaciones, pero las comisiones no se tocan. De esta forma, las pérdidas solo son del individuo y no de la empresa manejadora. Un negocio ideal a todas luces que no tiene riesgos para las manejadoras, ni rendimientos para los trabajadores. Bajo estas condiciones hace perfecto sentido que sea el gobierno federal quien maneje esos fondos, como era hasta antes de mediados de los noventa.
Con todo lo anterior como referencia ahora sí se puede hablar sobre lo que viene que es complicado, por decir lo menos. El primer problema es que los rendimientos de las Afores no son suficientes para una vida digna en la tercera edad. La primera generación de las contribuciones a las cuentas individuales está teniendo como “pensión” un ingreso menor a los 5 mil pesos en promedio. Esto se debe a que el monto contribuido por el trabajador y por la empresa fueron sumamente bajos, por eso ahora con la reforma del 2020, se espera que esta situación cambie de manera positiva. Sin embargo, poco ayuda que haya recesiones financieras porque las inversiones que realizan las manejadoras de fondos no generan utilidades y en consecuencia, los rendimientos para las pensiones y jubilaciones son prácticamente nulas.
Otro punto que vale la pena analizar es si es conveniente que el sector privado maneje fondos en donde no tiene ningún riesgo y no aporta nada, socialmente hablando. Se ha visto en los casos de Chile y de Argentina, que si bien pudiera mejorarse el ingreso de las personas, los fondos no generan un beneficio social. Esto es, las empresas se quedan con toda la ganancia literalmente, dejando de lado para el Estado la posibilidad de invertir ese dinero más eficientemente, por ejemplo en carreteras de cuota que nunca tendrán pérdidas si son bien manejadas, en hospitales, y hasta en bonos gubernamentales que se podrían crear para generar mejores rendimientos a pesar de una crisis financiera. No puede ser posible que simplemente estas empresas digan que no hay utilidades, eso es mentira porque sí hay instrumentos que superan la inflación actualmente como los cetes y que además, tienen un bajo riesgo. Es este abuso el que se tiene que corregir de alguna manera.
México copió a mediados de los años noventa un modelo (El chileno) que funcionó en Sudamérica, pero que en su versión mexicana no ha sido para nada exitoso, todo lo contrario. Por ello es necesario que se revise lo que se está haciendo y los resultados que se tienen en este sector porque hay muy poco que presumir. Ahora mismo hay 71 millones de cuentas individuales que agrupan la cantidad 5 billones 55 mil millones pesos, como lo oye, casi el 70 por ciento del presupuesto de ingresos de la nación para un año. Con ese dinero se podrían gestionar proyectos importantes para la modernización de carreteras de cuota, puentes y otros proyectos productivos que generaran beneficios para las jubilaciones y para México.
Para un país que está envejeciendo cada año, es necesario tomar medidas preventivas antes que correctivas, y para eso debe trabajar el gobierno federal y el Presidente de esta República que por el momento no ha podido aprovechar todo el potencial de sus recursos, ni de las afores. Se vendieron como una panacea, como la solución a un problema y ahora tristemente, ya es un problema. Si no se atiende este asunto con prontitud, el número de pobres se incrementará de manera drástica en el sector de la población que literalmente ya hizo su trabajo y por culpa de empresas ineficientes que no hicieron su trabajo, no podrán llevar una vida digna en el ocaso de sus vidas. Se requieren cambios y rápido.