Los Libros de Texto Gratuitos
La controversia que rodea a los nuevos Libros de Texto Gratuitos (LTG) se ha hecho presente en casi cualquier contexto y en todos los medios de comunicación
La controversia que rodea a los nuevos Libros de Texto Gratuitos (LTG) se ha hecho presente en casi cualquier contexto y en todos los medios de comunicación. El análisis debe ser más amplio que solamente una crítica del contenido de los libros.
Dejando ideologías y posturas políticas de lado, analicemos qué nos dice la evidencia sobre buenas prácticas pedagógicas y su relación con los nuevos planes y programas de estudio y los libros de texto que los acompañan.
El modelo de Nueva Escuela Mexicana (NEM) fue diseñado, en teoría, bajo muy buenas prácticas pedagógicas, con un enfoque de construcción de comunidades de aprendizaje, en un modelo sensible a los contextos de estas, dotando de mayor autonomía a escuelas y a docentes. Deja en el pasado el aprendizaje aislado por materias y se articulan los aprendizajes en áreas formativas multidisciplinarias mediante proyectos educativos; incorpora el desarrollo de habilidades socioemocionales; contempla el aprendizaje del inglés y reconoce las lenguas originarias; los programas tienen perspectiva de género, inclusión, respeto a la diversidad humana y a los derechos humanos; y finalmente, elimina los grados escolares para sustituirlos por fases de aprendizaje, adecuadas para las edades de las personas estudiantes y con métodos de evaluación formativa, que busca eliminar la cuantificación numérica y sustituirla por una evaluación que integra información y juicios descriptivos.
Los nuevos LTG están diseñados para esto. Para dejar atrás el modelo anterior y servir como elementos en el despliegue del modelo de NEM, y acá veo dos elementos principales que podemos criticar en el desarrollo de estos textos como un elemento para una implantación exitosa:
El primero es que los libros son desprolijos, y no me refiero a “errores ortográficos y gramaticales” en el reconocimiento de formas de uso común del lenguaje o errores corregibles en la redacción; me refiero a la falta de cohesión entre los libros diseñados para estudiantes y los que sirven de guías para docentes, o de la progresión entre libros de distintas fases de aprendizaje.
En mi análisis, lo grave en los LTG no es lo que se promueve en el escándalo mediático actual, sino esa desconexión evidente que deja entrever que los proyectos para la realización de los LTG no parece haber una línea coordinadora central que produjera una vinculación lógica entre guías docentes y libros para estudiantes, así como una progresión de aprendizajes con un ordenamiento lógico en cada fase y entre fases del aprendizaje. En su lugar, asume ciertos aprendizajes de parte del estudiantado, sin tomar en cuenta los rezagos educativos pre y post pandemia, por fase del aprendizaje, y no atiende activamente a los problemas de inclusión y equidad inherentes al Sistema Educativo Nacional (SEN). Como la falta de textos en lengua indígena y para infancias con discapacidad.
El segundo elemento, y que considero más grave, es que se carga mucho más que antes la responsabilidad del éxito de los aprendizajes en la docencia, y aunque soy un defensor del magisterio y de sus capacidades porque les conozco y les veo luchar por sus estudiantes, temo también que se les use de chivo expiatorio ante malos resultados en aprendizajes fundamentales.
Un cambio profundo en modalidades pedagógicas requiere cambios de fondo en la formación magisterial. Se han hecho jornadas de orientaciones pedagógicas hacia la NEM, pero los planes y programas de estudios normalistas apenas fueron reformados hace un año siguiendo la publicación del acuerdo para la NEM. La mayoría de las personas docentes en aulas, fueron formadas previamente al diseño de esta nueva visión escolar; adicionalmente, el trabajo por proyectos requiere de más horas de trabajo en aula, que ya es limitado, y es preocupante que, por falta de tiempo, de capacidades escolares y de colaboración entre docentes, pudieran no alcanzarse los resultados esperados.
Creo que recargar en el magisterio el éxito o fracaso del modelo, sin establecer mecanismos de preparación, seguimiento, monitoreo, apoyo y control para ejecutar en aulas de esta visión, resulta negligente y precariza la función docente. Es probable que se incrementen las brechas de aprendizaje sectoriales. Que las escuelas más privilegiadas mejoren y las más desfavorecidas empeoren aún más.
Me parece que el esfuerzo de la NEM y los nuevos LTG no debe ser desechado, pero sí requiere de medidas transformacionales profundas e intencionadas para una implementación exitosa.