Los peligros en la economía mexicana
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El crecimiento económico de México es el segundo problema interno grave y, por desgracia, se encuentra en una encrucijada
La llegada de Trump nuevamente al poder está causando estragos económicos en todo el mundo, en especial a sus socios comerciales como México y Canadá. Sin embargo, a pesar de los problemas que el vecino del norte pueda ocasionar, hay factores internos que estarán causando problemas severos económicos este mismo año. Por eso es importante voltear a ver también lo que pasa a nivel nacional para diseñar una mejor planeación que como ciudadano, empresario o miembro de una empresa u organización, reducirá los daños potenciales que aranceles, depreciaciones monetarias y hasta eventos políticos internacionales, nos van a causar.
Para iniciar, entre los principales problemas que se tendrán que enfrentar se tienen el déficit fiscal, el crecimiento económico insuficiente y la incertidumbre comercial y migratoria. El déficit fiscal proyectado es uno de los más altos en décadas, ya que alcanza el 6 por ciento, lo que genera preocupaciones sobre el endeudamiento y la viabilidad de las inversiones en programas sociales y megaproyectos. Además, el crecimiento económico del país se encuentra en una encrucijada, con un estancamiento de la inversión privada y una alta informalidad que limita la productividad.
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El 2024 terminó con un crecimiento del PIB de sólo 0.6 por ciento, el segundo más bajo en 7 años de gobierno de la 4T. Por último, la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la migración récord a través del país añaden un nivel adicional de incertidumbre al panorama económico. Con un déficit de 171 mil millones de dólares en la balanza comercial con México, cifra récord, el presidente norteamericano no dudará en agregar más medidas supuestamente encaminadas a reducir el desbalance y en consecuencia se tienen que esperar más “Trumpadas” (acciones sin sentido del presidente Trump) contra nuestra nación.
El primer problema que se estará enfrentando ya en estos días es el déficit fiscal y las finanzas públicas. El presupuesto proyecta un déficit superior al 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), uno de los más altos en décadas y que llega en un momento en que el enfrentamiento comercial con Estados Unidos deja muy poco margen para crear alguna estrategia utilizando recursos públicos. Este déficit ha despertado preocupaciones tanto en organismos internacionales como en analistas locales, quienes advierten sobre los riesgos de un endeudamiento acelerado en un contexto de tasas de interés globales aún elevadas, a pesar de que Banxico bajó la semana pasada la tasa de referencia a un día en 50 puntos base, dejándola en 9.5%.
El creciente gasto en programas sociales y megaproyectos emblemáticos ha generado tensiones presupuestarias. Aunque estas inversiones buscan fortalecer la infraestructura y reducir la desigualdad, su viabilidad en el mediano plazo es cuestionable si no se acompaña de ingresos fiscales proporcionales que, hasta el momento, no están incluidos en ningún presupuesto.
Por si fuera poco, el presupuesto 2025 tiene problemas serios en cuanto a sus supuestos, sólo por mencionar uno, dice que creceremos este año entre 2 y 3 por ciento, lo que es prácticamente imposible. Según datos de la Secretaría de Hacienda, la deuda pública podría superar el 50 por ciento del PIB en 2025, lo que comprometería la capacidad de financiamiento futuro del país, en pocas palabras no habría dinero disponible ni quien quisiera prestarnos. Esto plantea la necesidad urgente de una reforma fiscal integral que no sólo incremente la recaudación, sino que lo haga de manera progresiva y equitativa, evitando sobrecargar a las clases medias.
Como referencia, la captación fiscal en México en 2024 fue del 16.9 por ciento del PIB, el más bajo de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esto será complicado porque el 55 por ciento de los mexicanos que trabaja lo hace en el mercado informal y no paga impuestos. Mientras no se incremente la base tributaria, solo pagaremos más impuestos los mismos de siempre.
El crecimiento económico de México es el segundo problema interno grave y, por desgracia, se encuentra en una encrucijada. Tras un repunte moderado en 2024 que no alcanzó ni el 1 por ciento e impulsado principalmente por la industria manufacturera y el comercio exterior, el país enfrenta un entorno global menos favorable. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el crecimiento económico de México será de apenas 1.8 por ciento en 2025 (en un escenario favorable que ya no tenemos y donde esas condiciones de los supuestos ya no existen), insuficiente para absorber la demanda de empleo de una población joven en expansión.
El estancamiento de la inversión privada, tanto nacional como extranjera, sigue siendo un obstáculo importante y más en estos momentos en que Estados Unidos quiere restringir su economía dentro de sus fronteras. Factores como la incertidumbre jurídica, los conflictos en sectores estratégicos como la energía y la falta de incentivos fiscales adecuados han desalentado la confianza empresarial. Además, la informalidad limita la productividad y reduce los beneficios de las políticas económicas solo a la población en el empleo formal. Para enfrentar este desafío, México debe apostar por políticas que fortalezcan el Estado de derecho, promuevan la competencia y reduzcan la burocracia. Sin embargo, esto no pasará al menos este año ni el que viene, como lo dejan ver las políticas públicas actuales. Asimismo, es indispensable fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico como motores del crecimiento, siguiendo ejemplos exitosos en economías emergentes como India y Vietnam que se han convertido en los bastiones manufactureros del mundo posteriormente a la pandemia.
Para finalizar, México también enfrenta desafíos significativos en el ámbito comercial y migratorio. La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es uno de los eventos más importantes del año. Funcionarios y empresarios emprenderán un plan para afrontar esta revisión, firmada en 2020 durante la primera presidencia de Trump, quien ha avisado de una posible renegociación del tratado comercial en 2026 y que algunos ejecutivos cercanos a Trump sostienen que hasta podría adelantarse a septiembre de 2025, para presionar aún más al gobierno mexicano. Además, la tensión comercial con Canadá y las amenazas de más aranceles añaden incertidumbre al panorama económico, que se refleja en el tipo de cambio entre el peso y el dólar que ya rebasó el 3 de febrero los 21 pesos por billete verde, previo a la primera amenaza de aranceles.
La migración récord a través de México también es un problema apremiante que se ha frenado casi en su totalidad en este momento, aunque no se tienen todavía datos definitivos. Los puentes internacionales, en sus cimientos, han dejado de ver a migrantes ilegales. El Gobierno mexicano ha detectado un récord de más de 925 mil migrantes irregulares de enero a agosto pasado, un aumento interanual de casi 132 por ciento. Las deportaciones masivas prometidas por Trump preocupan porque cerca de la mitad de los 11 millones de indocumentados en Estados Unidos son mexicanos y casi 4 por ciento del PIB de México lo representan sus remesas, pueblos completos en Zacatecas, Durango y Michoacán dependen enteramente de ellas, si no llegan, habrá más pobreza. La combinación de estos factores crea un entorno económico desafiante que requiere respuestas decididas y articuladas del gobierno federal.
La presidenta Sheinbaum tendrá que poner a sus mejores negociadores a trabajar en evitar que sigan dándose “sorpresas” económicas, como los recientes aranceles al acero, que de imponerse a partir del 13 de febrero a México y Canadá, podrían ocasionarnos no una recesión, sino una crisis económica, porque tampoco internamente tenemos una fortaleza económica.
El consumo apenas cerró 2024 en números negros, después de tres meses en franca caída, la inversión extranjera y nacional casi desaparecieron, y hay amenazas de que empresas como Nissan saquen parte de su producción de México creando un fuerte desempleo. De salarios mejor ni hablar.
Las únicas noticias buenas son que la inflación y las tasas de interés siguen a la baja porque no hay demanda de dinero ni de bienes de consumo. Seguimos con alta incertidumbre y esto no cambiará hasta junio que llegue el receso vacacional y Trump se tome un tiempo para pensar en cómo seguir alterando la paz mundial y el sistema económico internacional. Así las cosas en lo económico.