Los poetas decimonónicos de Saltillo en un aniversario de Manuel Acuña

Opinión
/ 4 agosto 2024

Nuestra ciudad, como casi todas las ciudades, tiene muchos poetas. Por eso antes había un dicho que la gente joven ya no conoce y creo que la mayoría de los saltillenses tampoco: “En Saltillo, el que no hace cajeta es poeta”. Sin embargo, el más conocido y más publicado de los poetas sigue siendo, quizás, Manuel Acuña. En los últimos días del mes se celebrará el aniversario número 165 de su nacimiento. Y a ese propósito, por estas fechas, el Ayuntamiento de Saltillo entrega cada año, en su recuerdo y homenaje, la Presea Manuel Acuña a algún saltillense destacado, en reconocimiento a sus actividades en la cultura y en el arte.

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Manuel Acuña, que pudo ser uno entre los mayores poetas en lengua castellana, porque llevaba en sí el germen de los grandes, truncó su vida a los 24 años de edad. Apenas un año después de su muerte, ocurrida en 1873, se publicaron sus obras completas reunidas en un volumen, y desde entonces no ha dejado de aparecer en antologías e historias de la literatura mexicana. En cambio, la obra de otros poetas saltillenses de fines del siglo 19 y principios del 20 alcanzó sólo resonancia local, y ninguno ha vuelto a publicarse. Por ejemplo, Bernardo Laredo, coetáneo de Acuña, quien publicó un libro de poemas en 1912; Manuel Múzquiz Blanco, originario de Lerdo, Durango, pero residente luego en Saltillo, en donde escribió gran parte de su obra en prosa y en verso; Rafael Téllez Girón, autor de un largo poema, “Notas y Besos”; Jacobo M. Aguirre, quien escribió poesía patriótica y un drama en verso; Francisco Sánchez Uresti, famoso maestro de dibujo del Ateneo Fuente, cuya obra poética permaneció inédita hasta hace unos años, publicada por sus familiares en un volumen titulado “Trigo Hermano”; y el muy emblemático don José García Rodríguez, en cuya obra en prosa y verso, de estilo depurado, prevalece el sello inconfundible de lo clásico.

Los matices de originalidad única, y forma y metro apasionados de la poesía de Acuña, aunados al conjunto de acontecimientos dolorosos de su corta existencia, conmovieron al público y a la crítica de la época, y contribuyeron grandemente a su fama de poeta trágico y romántico. Su azarosa vida en la Ciudad de México, a donde se dirigió a los 16 años de edad con el fin de realizar estudios preparatorios y profesionales de Medicina. La muerte repentina de su padre; las penurias que vivieron, él en la capital y su madre y hermanos huérfanos en Saltillo; las dificultades para costearse sus estudios; su relación con la ferviente lavandera que al final pagó su lápida, y su trágica decisión del suicidio, cuya causa se atribuyó en un principio a los desdenes de su musa, Rosario de la Peña, acrecentaron su popularidad, y las ediciones de su poesía se multiplicaron rápidamente en México y en Europa.

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El muy prestigiado crítico literario español, don Marcelino Menéndez y Pelayo, contribuyó a consolidar su fama. Dice de las dos composiciones más conocidas y recitadas de Acuña, “Ante un Cadáver” y “Nocturno a Rosario” (¡Pues bien! yo necesito / decirte que te adoro, / decirte que te quiero con todo el corazón”...), que el poeta puso en ellas “toda la sustancia de su alma enferma y atormentada”, la primera dominado por “el materialismo dogmático”, y la segunda, por “el amor”. El crítico español considera “Ante un Cadáver” como “una de las más vigorosas inspiraciones con que puede honrarse la poesía castellana de nuestros tiempos”, y afirma: “Acuña era tan poeta, que hasta la doctrina más áspera y desolada podía convertirse para él en raudal de inmortales armonías”. Don Marcelino consolidó el pedestal que ya ocupaba Acuña y validó su consagración indiscutible como ilustre poeta de las letras en lengua española.

Manuel Acuña sigue viviendo todavía hoy, a 151 años de su muerte, en las antologías poéticas y los libros de literatura mexicana, y su “Nocturno a Rosario” aún vive en composiciones musicales de conjuntos y cantantes populares famosos. Algún poeta saltillense, coetáneo suyo, y los que en el siglo 19 le siguieron en el camino de la poesía, están hoy casi olvidados.

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