Los sentidos de la pintura, más allá del lienzo
En sus brillantes “Reflexiones sobre plástica”, escribía en 1937 el pintor mexicano Manuel Rodríguez Lozano, aquél sujeto del amor de la trágica Antonieta Rivas Mercado, quien se suicidara simbólicamente en el interior de Nuestra Señora de París:
“Mirar es don de pintor.
El pintor principia mirando las formas, los colores, las líneas y en este ejercicio se agudizan sus sentidos, se desenvuelve su espíritu, y las formas principian a tener sentidos más verdaderos como son el poético y el filosófico.
Es mirando, es con el pincel y con el lápiz en la mano, como el pintor recorre y forma la cultura y su cultura.”
Es a través de la atención que el pintor desarrolla estas capacidades. Es por ello que ahora evoco mi experiencia de coincidir en vida con artistas, sea en una conversación fugaz, recorriendo el paisaje, en una exposición o en la vida cotidiana; son momentos especiales que atesoro. Ya sea platicar con José Chávez Morado en la bodega de su obra en Guanajuato, preparando una exposición retrospectiva; con Ricardo Martínez, en su luminoso estudio de Las Águilas en la Ciudad de México; con Rodolfo Morales en su casa de Ocotlán, Oaxaca; con Juan Soriano y tantos otros en la Galería Estela Shapiro en el corazón de la Zona Rosa, donde inicié mi carrera profesional, aún siendo estudiante universitaria de Historia del Arte (gracias a mi amiga Patricia Pérez Walters (la viuda de Jesús Contreras, ella se llama), quien me recomendó).
Más recientemente, en Saltillo, con Federico Jordán en una clase en el jardín; con Laila Castillo de viaje; con Talía Barredo en alguna exposición; o con Lila Jamieson, incluso en su casa en Santa María la Ribera en Ciudad de México, por mencionar algunos. Con todos y todas he sostenido conversaciones importantes, y sobre todo he podido apreciar una manera de observar el mundo que me ha dado la oportunidad de ver a través de sus ojos. Esos momentos y esa intensidad creativa son preciados para mí. ¿Por qué no contarles entonces de los paseos por las colinas californianas con Laura, cuyos estudios en la Academia de San Carlos de la Ciudad de México le formaron un ojo exquisito para leer la luz y comprender el diálogo entre sombras y volumen, donde la forma se revela con la mirada? Esa formación como pintora le permite también, a través de la mediación y con los métodos dialógicos del Museo Getty de Los Angeles, formular las condiciones para que los objetos de sus colecciones develen en el visitante sus recovecos, factura y significados. Y es a través de esa mirada que recorre deliciosamente esas superficies como solo los artistas lo hacen.
De igual manera podría decirlo del fotógrafo californiano John C. Lewis, querido amigo fallecido hace un año, a quien acompañé y quien me acompañara a muchos viajes de investigación, y donde terminé yo aprendiendo también de su manera tan delicada y sutil de captar el alma humana en su dolor y su alegría, siempre embelleciendo lo que su lente tocaba, como si fuera un pintor (https://www.johnlewisphotographs.com/).
Estos para mí son actos vicarios (a través del otro) de profunda esteticidad. Abren los sentidos, como lo señala Rodríguez Lozano, y le dan sentidos verdaderos y filosóficos más allá del lienzo mismo. A ellos y a tantos más que no alcanzo a mencionar, estoy profundamente agradecida por regalarme su mirada inquieta, paciente, perspicaz y reveladora, y con ella la posibilidad de mover mi espíritu.