Mal de muchos, consuelo de pendejos. ¿Cuántas mentiras hemos creado y creído para evitar vivir desde nuestra verdad?
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“If we knew each other´s secrets, what comfort we would find.” - John Churton Collins
Esta frase habla de conocer y reconocer lo que generalmente mantenemos escondido, en los terrenos del secreto. Plantea que saber y compartir vulnerabilidades, defectos, y aspectos escondidos de nosotros mismos, entre todos, nos llevaría a la comprensión y a una conexión más profunda. Desde ese lugar, podríamos sentirnos más acompañados.
Generalmente escondemos ciertos aspectos de nosotros mismos por temor al juicio, ese juicio que ejercemos primeramente sobre nosotros mismos al determinar que hay algo que debemos esconder. Luego nos juntamos con los compas y nos damos cuenta de que, en el grupo de seis, hay cuatro que compartimos aquello que tanto nos avergüenza. “Mal de muchos, consuelo de pendejos.” ¡No! Mal de muchos no es algo que se tendría que contemplar como tan malo. ¿Será?
Me acordé de la fábula de la ropa nueva del emperador. Mientras que generalizar mi sistema de creencias no me es aplicable ni funcional, sondear al grupo sí lo es. El señor emperador estaba encuerado. ¡Qué alivio de toda la población cuando el niño compartió el secreto! Seguramente se oyó entre la multitud un enorme suspiro. Y así es cuando nos enteramos de que éso que nos causaba tanta vergüenza no es un defecto personal, sino una característica compartida.
La frase marca el deseo humano de conexión y comprensión. Compartir nuestras dificultades es un camino que justo nos acerca a la satisfacción de ese deseo, que creo debería llamarse necesidad. Sí, el ser humano (aspirante a ser humano) necesita la conexión y la comprensión, aclarando que “comprender” no significa estar de acuerdo. Y esa búsqueda es una gran parte del trabajo del camino personal. Es un camino que nos lleva a atravesar el pantano de los juicios, de la vergüenza, de la inseguridad... Nos enfrenta a la máscara social que hemos elaborado y a nuestros mecanismos de defensa. En algún momento crucial hasta puede llevarnos a tocar nuestra sombra, sede y hogar de nuestros mayores dones. Pero eso es tema para otra ocasión.