Menor crecimiento de la economía: Tres razones
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Se acaba de publicar por parte del Fondo Monetario Internacional el ajuste a la proyección de crecimiento de México y fue a la baja, dejándolo en 2.2% para este 2024 y 1.6% para el 2025. No es de sorprender el potencial resultado del ajuste económico dadas las condiciones actuales de inestabilidad política por elecciones nacionales y de Estados Unidos. A eso hay que agregar otros asuntos internacionales que están tomando más fuerza como el hecho de que si gana Trump la presidencia norteamericana, Ucrania estaría acabada pues ya dijo que dejará de apoyar a ese país. Además, hay un sin número de razones por las que México no está teniendo un mayor potencial de crecimiento económico, pero me concentraré en tres de ellas porque por un lado, son parte inherente de nuestras políticas públicas y por el otro, concentran en gran porcentaje la razón de la reducción. Si estábamos bien ¿Por qué todo cambió?
La primera razón es que México redujo sus exportaciones a Estados Unidos, paso de crecimientos anuales de 11% a 7% y con tendencia a un mayor descenso en los siguientes 6 meses. Los norteamericanos dejaron de comprar productos importados no solo de nuestro país sino de todo el mundo. La razón principal es que está habiendo también un proceso de desaceleración en el vecino del norte, a consecuencia de la inflación y de las altas tasas de interés que están reduciendo los márgenes de consumo. Las actividades electorales tuvieron consecuencias en ambos lados del Río Bravo y ninguno de los dos países ha logrado convencer a los inversionistas internacionales que ya es tiempo de reiniciar proyectos o arrancar algunos nuevos.
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Tampoco favorecen mucho los problemas logísticos que afectan al mundo como el canal de Panamá secándose literalmente, el canal de Suez bajo amenaza permanente de ataque de grupos yemeníes, lo que obliga a los buques cargueros a rodear África incrementando los costos de transportación, y así se pueden sumar toda una serie de interrupciones en las cadenas de suministro que han impactado al comercio internacional. Lo preocupante del caso es que ahora que el tipo de cambio empezaba a favorecer a los exportadores, se reduce el consumo de nuestro principal socio comercial.
La segunda razón es precisamente el consumo, pero en México. A nivel nacional, la inflación está ocasionando que las personas estén dejando de comprar ya que todo está más caro. A eso hay que agregar que conforme pasan los meses el efecto inflacionario más se reciente en la población porque el efecto positivo de los aumentos salariales se va desgastando. El índice de precios al consumidor ha aumentado a tasa anual al mes de junio en 4.98%, pero los alimentos suben más y han alcanzado incrementos anualizados de entre 9 y 11% cuando menos. Los aumentos a los salarios mínimos han sido consumidos precisamente por la carestía de los alimentos y de muy poco han servido. Además, al resto de la población no se le han ajustado los sueldos en la misma proporción, sino que en el mejor de los casos se han promediado aumentos de 4% en los 5 años de este gobierno.
Otro factor que afecta al consumo es que a partir de este mes, los apoyos otorgados vía programas sociales serán menores porque se adelantaron justo un mes antes de la campaña, por lo que proporcionalmente habrá menos dinero para gastar por parte de los grupos con menos poder adquisitivo y en consecuencia eso reduce el crecimiento. Para la clase media, el factor que también golpea al consumo además de la inflación es la tasa de interés de los créditos. En México, 8 de cada 10 personas gozan de un crédito por lo que para pagarlo en este momento es necesario recortar gastos para poder cumplir con el pago puntual de las deudas, reduciendo el consumo agregado. Todo parece indicar que en la reunión de comité de política monetaria del Banco de México en agosto, no habrá cambios, dejando la tasa de referencia a 24 horas en 11%, tal y como está ahora. Esta tasa sigue siendo muy alta, pero ha sido muy efectiva para evitar incrementos elevados de la inflación y cambios abruptos en el tipo de cambio.
Para lo que resta del año no se vislumbran nuevas condiciones que puedan revertir esta situación. Mientras el costo del dinero siga siendo caro, como ahora, habrá menos empresas nuevas y por consiguiente menos fuentes de empleo. En este sentido ya el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó una caída del empleo de 0.1%, para el mes de junio, la primera reducción en lo que va del año y que señala precisamente esa desaceleración del crecimiento económico. Hay mucha incertidumbre en el medio ambiente financiero que no contribuye a que las empresas puedan pedir prestado para mantener los puestos de trabajo y desde luego, la producción. Encuestas de diferentes fuentes señalan que los empresarios están preocupados por un repunte en las tasas de interés ante el aumento de la inflación, así como de una depreciación abrupta del tipo de cambios con respecto al dólar por la potencial llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos.
Finalmente, el Gobierno Federal ya no tiene dinero porque ya se lo gastó y porque ya no puede gastar más en virtud de que quedan menos de 90 días para que López Obrador deje de ser presidente. El gasto corriente está prácticamente detenido hasta que Claudia Sheinbaum asuma el poder en octubre porque así lo marca la ley para poder cerrar cuentas al antiguo gobierno y dejar los sistemas financieros del nuevo gobierno en cero para su arranque. Esto ocasiona en cada sexenio una leve disminución del crecimiento económico porque al no haber dos o tres meses asignación de recursos a proveedores, para inversión o para cualquier otro reglón de gasto, es claro que baja la actividad monetaria, reduciendo la posibilidad de crecimiento. Tampoco los estados estarán recibiendo transferencias de las participaciones federales hasta octubre, lo que retrasará obras y proyectos, frenando la economía.
El crecimiento económico que se había proyectado para México por parte de la Secretaría de Hacienda para 2024 era de entre 2.5 y 3.5% literal. Ahora, bajo las condiciones económicas actuales no se pronóstica un crecimiento mayor al 2% (me incluyo entre los escépticos) del producto interno bruto. De tal forma que el pronóstico reducido del Fondo Monetario Internacional, de 2.2% es optimista. Si a eso le agrega que el gran reto para la siguiente administración es reducir el déficit del sector público de 6 a 3.5%, lo que disminuirá considerablemente el gasto público, no hay manera de ver un 1.6% de crecimiento para el 2025, al menos eso dicen los otros datos.