México, un país a la deriva
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El jueves de la semana pasada le conté aquí de dos suicidios. Dos más, tan dolorosos como todos. Como siempre. Una señora de apenas 29 años de edad, pero ya con tres hijos y uno más de dos meses en su vientre, se suicidó luego de discutir con su esposo (martes 30 de mayo). Fue la señora Gisela Santos Segovia. ¿Se le puede condenar por esto? Absolutamente no. De hecho, y sin mayores datos que tengo, salvo las crónicas de prensa, para ella, el suicidio fue una solución, no un problema.
Un rápido estudio sociológico: tres hijos menores de edad, un cuarto en camino, problemas conyugales, viviendo en una colonia brava, ella de apenas 29 años... pues sí, se cansó de todo y se colgó. Pero siempre habrá cosas peores, aunque lo anterior es una tragedia descomunal y dolor sin fin para sus hijos. En Piedras Negras, ese mismo día, 30 de mayo, un niño de 11 años se colgó porque su familia le prohibió escuchar la música vomitiva de un tal Peso Pluma, un “artista” amamantado en las redes de Internet.
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El niño se llamaba Yerick “N” y al dejar el recado póstumo dijo, o se autonombró, ser el mismo Peso Pluma. Su nombre real es Hassan Emilio Kabande Laija y en menos de tres años de “trayectoria” es un cantante de los más escuchados en las plataformas digitales con eso llamado “música regional” mexicana. Estereotipos, etiquetas que impone el mercado para vender e imponer criterios y seguidores, les sale muy bien por lo demás. Si lo resumimos en una sola frase, su música es basura. Peso Pluma es actualmente el líder en la lista global de reproducciones de Spotify con más de 50 millones de reproducciones.
¿Para qué ir hoy a la escuela o la Universidad? Pues para nada. Es perder el tiempo. Literal. El joven Peso Pluma apenas tiene 23 años, genera millones de dólares en sus presentaciones y su música, y cuando viaja a los Estados Unidos lo hace en un auto Rolls-Royce negro, blindado. Tiene como auto de cabecera una camioneta Lamborghini Urus de alrededor de 5 millones de pesos.
¿Para qué y por qué ir a la escuela a perder tiempo cuando a la mano y sin mucho aspaviento se puede acceder a lo anterior? Por eso, por esto, como medio de manipulación de masas, la exjefa de Gobierno o alcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, favorita de Andrés Manuel López Obrador rumbo a la Presidencia de México, programó recurrentemente conciertos en la plancha del Zócalo capitalino. Al pueblo, decían los romanos, pan y circo. ¿No hay pan? Dales a “Grupo Firme”, Peso Pluma y te aplaudirán.
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Asistimos como espectadores a una triste charada: mientras el país se desgaja y camina a la deriva, un sólo hombre y sus claques se disputan los despojos del mismo. AMLO ha programado un circo, un teatro de vodevil para que los “ciudadanos” elijan al candidato de Morena rumbo a la Presidencia de México en el año 2024. La baraja de naipes tiene dados cargados. Todo mundo, lo sabe, es Sheinbaum. Pero en este absurdo juego de ajedrez político presidencial participan Marcelo Ebrard, el tabasqueño Adán Augusto López (otro López, pues), Ricardo Monreal, Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña.
ESQUINA-BAJAN
Y sí, el país ya está muy descompuesto para que un tipo como Fernández Noroña aspire a ser presidente de México. Y en este galimatías de poder, en el pasado conclave de registro de Morena de sus precandidatos presidenciales (viernes 16 de junio), se le impidió su registro a la diputada morenista de triste memoria, Yeidckol Polevnsky. Nada nuevo, cuando todo mundo sabe que Morena es el partido de un sólo hombre y su poder vertical: López Obrador y nadie más.
Punto uno: La gente, lectores como usted que me favorecen con su atención, me siguen preguntando por la aguda sentencia del mejor reportero del mundo, el norteamericano Jon Lee Anderson, quien con suficiente tiempo (inicios del milenio en la ciudad de Zacatecas) lo vio y alertó: “Ustedes, los periodistas, tienen que averiguar qué es lo que enmascara a la sociedad mexicana para encerrar en su seno tanta violencia... no es posible que tanta violencia y que criminales tan sádicos, tan imaginativamente sádicos hayan surgido de pronto en el panorama mexicano. Algo esconde la sociedad mexicana que lo fue incubando durante años y años”.
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Punto dos: Mientras asistimos al baile de máscaras propuesto por AMLO y sus “corcholatas” y la “oposición” sólo sirve de comparsa, según datos oficiales de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 1 de diciembre de 2018 al 17 de junio de este 2023, tiempo que lleva entronizado López Obrador en el poder, se han registrado 158 mil 98 homicidios dolosos en México. La cifra supera, en el mismo periodo de tiempo, las administraciones presidenciales de Enrique Peña Nieto y el satanizado Felipe Calderón. Tiene entonces razón el escritor y periodista Jon Lee Anderson al preguntarse por esta raíz de bestial maldad que enquistamos los mexicanos.
LETRAS MINÚSCULAS
De última hora al momento de redactar la presente nota: el “Día del Padre” hubo dos suicidios más y cuatro intentos al menos. ¿Y las reuniones de café de los convidados universitarios de Alfonso Yáñez Arreola que “analizan” esta problemática? Espere un tríptico de semejante pandemia mental.