Mirador 06/04/2023
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6 abril 2023
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Después de la Última Cena el buen Jesús se vio desamparado, solo.
Se había corrido la voz de que lo iban a aprehender, y sus amigos se alejaron de su lado, temerosos.
Fue a buscarlos y no encontró a ninguno. Fue por calles y huertos, y a ninguno halló.
El Señor, que había conocido ya la soledad de Dios, conoció entonces la soledad −más sola aún− del hombre.
Infinitamente acongojado recordó las horas anteriores, y dijo lleno de tristeza:
—¡Caramba! ¡A la cena fueron todos!
¡Hasta mañana!...
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