La flor ha regresado.
Cuando el otoño llega ella se va. No sé a dónde. Algún lugar debe haber en algún fantástico país a donde se van las flores cuando el otoño llega. Ahí duermen el sueño del invierno, cubiertas con sus pétalos. Y con sus pétalos se restriegan los ojos después, cuando despiertan porque las mueve el aire tibio por el nuevo sol.
Este día por la mañana vi a la flor.
Ayer no había llegado aún, puedo decirlo. En el sitio donde ahora está no había nadie. Había solamente nada. Ahora ella hace que esté todo: los pétalos y el cáliz; el aroma y el color. La vida.
No sé cómo se llama esta flor. Si lo supiera sería menos flor. Le faltaría el misterio. Tampoco las mujeres deberían decir su nombre. “¿Cómo te llamas?”. “Mujer”.
La flor ha regresado.
La flor regresa siempre.
¡Hasta mañana!...