Mirador 20/08/2024
John Dee era hombre de libros. Por ser hombre de libros había dejado de ser hombre de vida.
Un día dos acontecimientos impensados le sucedieron al filósofo: se enamoró de una mujer y probó por primera vez las especias llegadas del Oriente. Conoció el amor, y conoció el sabor del clavo y la canela.
A partir de ese momento John Dee leyó menos y vivió más. Gozó de la musa y de la mesa. Quizás a esa etapa de su vida pertenece esta cita de su famoso texto Librum signatum: “... Los libros han de servir para sazonar el banquete de la vida, igual que las especias dan sazón a los platillos. Las especias no son alimento: realzan el sabor de los alimentos. Igual, los libros realzan el sabor de la vida, pero no son la vida...”.
¡Hasta mañana!...