Mirador 26/06/2024

Opinión
/ 26 junio 2024

Este amigo mío con el que tomo la copa –varias– los martes por la noche, halla en el fondo de su vaso ocurrencias peregrinas. Anoche me dijo esto:

-Voy a poner un anuncio en el periódico: “Busco a Dios. Trato directo”.

Piensa mi amigo que nadie puede arrogarse el título de agente vendedor de Dios. Eso es mercantilismo, opina; asunto, en el fondo, de dinero. Muchas formas de predicación religiosa son en verdad propaganda comercial. Y luego declara algo que me escandalizaría si los años de toda la vida y el vino de ahora no me protegieran contra el escándalo. Dice este amigo mío:

-Algunos hombres necesitan a los dioses en la misma forma en que otros necesitan las drogas, y ambos están dispuestos a pagar por ellos.

Y concluye:

-Buscaré a Dios, sin ningún intermediario, en el fondo de mí mismo. Sé que ahí está.

Doy otro trago a mi copa. En estos momentos no quiero pensar, porque puedo dejar de creer. Y temo creer, porque puedo dejar de pensar.

¡Hasta mañana!...

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