Nadie sabe para quién trabaja

Opinión
/ 27 marzo 2025

Ella no hubiera podido comprarlo. Cuando veía a su amiga rica con el saquito de piel sentía la dolorosa punzada de la envidia. ¡Qué habría dado por tener ella uno igual!

Y un día el milagro se hizo. En un arranque de generosidad, o por sentir el gozo de ser más ante quien tiene menos, la amiga le regaló el saquito. Se lo puso en los hombros y la hizo mirarse en el espejo. Ella no lo podía creer.

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Los domingos se lo ponía para sentirlo. ¡Qué suavecitas las pieles! Eran de conejo, es cierto; unas blancas, otras pardas, otras negras; pero todas tenían la suavidad de una caricia.

Sus compañeras de la fábrica, pobres igual que ella, le admiraban mucho su saquito. Le preguntaban con tono picaresco e insinuativo:

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-¿Pos cómo le haces?

Ella reía, orgullosa.

Luego lo conoció a él, y se enamoró. Se hicieron novios. La vez que los invitaron a una boda ella se puso su saquito. A él no le gustó. Le pidió que se lo quitara y se pusiera alguna otra cosa. Ella no entendió aquello: ciertamente su saquito era la prenda más hermosa del mundo, propia de reina o al menos de princesa. Pero él sabía más que ella. Si a él no le gustaba, jamás se lo pondría otra vez.

Y como ya nunca se lo iba a poner, le regaló el saquito a una prima suya, con ese desprendimiento que tienen quienes aman. Una tarde que salieron juntas se toparon con su novio. Miró éste a la prima, y la prima lo miró a él. Reían por cualquier cosa mientras en ella se agitaban los demonios de los celos. Luego el novio dejó de hablarle por teléfono y de pasar por ella. Unas semanas después la prima fue a visitarla, y con pena no muy bien simulada le dijo que la perdonara, pero que esas cosas son así; que ella no pudo evitarlo; que en el corazón no se manda, etcétera, y que ahora el muchacho era su novio.

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-Es muy lindo -le dijo-, tú ya lo conoces. Todo lo que me pongo le agrada. Pero lo que más le gusta es el saquito de piel que me regalaste.

En el mundo ha habido grandes tragedias, desde el Diluvio Universal hasta Hiroshima y Nagasaki, las Torres Gemelas, lo de Gaza y otras más. Yo pongo junto a esas tragedias la de esta muchacha. Para ella no existe otra mayor, ni siquiera las de Hiroshima y Nagasaki.

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