Nuevo linchamiento: ¿qué dirá hoy el Presidente?
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Las imágenes que inundaron ayer las páginas web de los medios, así como las redes sociales, son estremecedoras: los cuerpos de dos seres humanos yacen calcinados en el suelo tras haber sido quemados por pobladores del municipio de Huitzilac, en el estado de Morelos, quienes decidieron hacer justicia por su propia mano ante un presunto acto delictivo.
La versión difundida hasta anoche señalaba que los dos individuos asesinados habían intentado secuestrar a una menor, aunque otras versiones también hablaban de un intento de robo. Las razones detrás del hecho importan poco.
Lo que importa más es que se trató, literalmente, de un acto consentido por la autoridad, pues toda la evidencia disponible indica que los cuerpos de seguridad tuvieron tiempo de sobra para impedir el linchamiento.
El periodista Ciro Gómez Leyva mostró anoche, en su noticiario transmitido a través de la cadena Imagen, un mapa en el que se evidencia cómo el puesto de control más cercano de la Policía Estatal de Morelos se encuentra a sólo 11 minutos del lugar donde ocurrieron los hechos, mientras que una base de la Guardia Nacional está a 26 minutos de distancia.
De acuerdo con la cronología de lo ocurrido, entre el momento en el cual se dio la voz de alerta sobre el presunto intento de secuestro y el asesinato de los presuntos delincuentes, transcurrieron al menos tres horas y media, tiempo suficiente para actuar e impedir este acto de barbarie.
No es este, y eso es obligado decirlo, el primer caso de justicia por propia mano que reseñamos en México. Por desgracia, este tipo de episodios es frecuente en nuestro país y nadie parece tener la intención de actuar para que dejen de ocurrir.
Resultará interesante conocer la postura que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumirá hoy respecto de estos hechos, pues él es uno de los políticos que ha justificado en el pasado que “el pueblo” tome la justicia en sus manos y ejecute personas sin juicio de por medio.
Al respecto vale la pena recordar lo ocurrido en noviembre de 2004, en la hoy Alcaldía de Tláhuac, cuando López Obrador fungía como jefe de Gobierno de la Ciudad de México y Marcelo Ebrard como jefe de la Policía capitalina. En aquella ocasión, el hoy Presidente de la República afirmó que este tipo de actos correspondían a las “costumbres de los pueblos” con las cuales “vale más no meterse”.
Un país que aspira a ser democrático no puede –ni debe– tolerar actos de barbarie como éste. Tampoco debe tolerar la comisión impune de actos delictivos, desde luego, pero la ausencia de justicia en torno a estos no se resolverá nunca aplicando la Ley del Talión.
Lo ocurrido ayer en Morelos es injustificable por donde se le vea y lo único que impedirá que vuelva a ocurrir es que las autoridades –todas– condenen sin fisuras lo ocurrido y actúen de forma coordinada para investigar lo ocurrido sometiendo a la justicia después a los perpetradores del linchamiento.