Objetivo cero: Cómo el arte urbano transforma ciudades

En el 2015, la Organización de las Naciones Unidas por medio de los líderes mundiales, acordaron un conjunto de objetivos globales para contrarrestar y mitigar grandes problemas estructurales que nos aquejan a todos como humanidad; su principal intención es aplicar una nueva agenda de desarrollo sostenible que fuera alcanzable en los siguientes quince años. Para asegurar el éxito, la ONU explica la importancia de que tanto los gobiernos como el sector privado, la sociedad civil y personas como usted y como yo participemos activamente. Sin embargo, ha llamado poderosamente mi atención, el hecho de que una empresa cafetalera italiana llamada Lavazza, promueva estos objetivos, pero no solamente eso, sino que agrega uno más: el objetivo cero, el cual pretende difundir la cultura de la sostenibilidad a través del arte urbano, donde se “matan dos pájaros de un tiro” ya que se promueve la agenda de la ONU y al mismo tiempo se transmite la cultura y visibiliza el arte urbano en la ciudad por medio de la participación social.

El término de grafiti proviene del griego graphein, dentro del léxico griego esto se traduce como hacer un dibujo, pero también significa: hacer incisiones, grabar o esbozar y se relaciona más a la imagen que a la escritura, esto se refiere a la acción de expresar una idea por medio de una imagen. Los dibujos o imágenes representadas en las paredes que transgreden y son una forma de manifestación ideológica, territorial y urbana surge en Estados Unidos y paralelamente en Europa. Fue hacia la década de los ochentas cuando esta combinación de vandalismo con desobediencia civil comenzara a instaurarse como una alternativa de arte: arte urbano o Street art.

Ha transcurrido más de medio siglo desde que se estableció esta alternativa artística que tiene como lienzo las ciudades y sus muros: es innegable que transmite un mensaje y que quienes lo hacen y ejecutan estas grafías o dibujos, que en muchos casos son de alto nivel creativo y técnico, logran hacerlo.

El objetivo cero que mencioné antes, refiere precisamente a promover y visibilizar los objetivos de desarrollo sostenible por medio del arte urbano, otros autores afirman que este tipo de arte no convencional, puede ser una propuesta patrimonial del futuro, porque como ya hemos discutido antes, lo que construimos hoy se convierte en el patrimonio del mañana.

Según Acosta, las prácticas pictóricas en el espacio público son más que una decoración, porque evocan a la par un discurso estético, una narrativa, además el autor reitera la idea de que la colaboración de diversos sectores como promotores culturales, marcas de patrocinio, instancias gubernamentales y espacios adecuados además de otras condicionantes, permiten que el artista o el colectivo realice su obra con libertad creativa.

En otras latitudes existen maneras de implementar y promover la participación ciudadana en la construcción de la ciudad, tal como el urbanismo táctico o acupuntura urbana de Lerner o el All city canvas. En México también existen iniciativas que promueven la participación ciudadana en la toma de decisiones de la ciudad. Estos procesos de planeación que involucran a todos los sectores de la sociedad, dan testimonio de instrumentos inéditos de gestión urbana, fundamentados y consensuados por medio del arte.

En Saltillo existen manifestaciones del arte urbano o del grafiti que se borran o se tapan todos los días con pintura roja, sobre todo en el centro histórico a manera de censura y con el pretexto de “embellecer” la ciudad. Sin embargo, ciudades europeas utilizan el arte urbano como medio de promoción y culturización, así como de los objetivos de desarrollo sostenible a través de actividades multidisciplinarias, indudablemente esto puede generar arraigo al utilizar este segmento del arte alternativo como un medio para conformar y moldear el imaginario, fortalecer la identidad a través de la imagen de la ciudad, siempre y cuando sean equitativas e incluyentes: sociedad y gobierno.