Pediré y concederé disculpas, el tema del perdón pertenece a un poder más grande que yo

Opinión
/ 16 marzo 2023

Si yo ofrezco perdonar a alguien estoy en un supuesto de que yo tengo la razón y que la otra persona hizo algo indebido

Pediré y concederé disculpas, el tema del perdón pertenece a un poder más grande que yo.

Esta mañana escuché a un hombre declarar que uno de sus principales valores era el perdón. Y por supuesto mi mente empezó a teclear pensamientos e ideas, contemplaciones y cuestionamientos. Sí, voy a cuestionar el valor del perdón.

Si yo ofrezco perdonar a alguien estoy en un supuesto de que yo tengo la razón y que la otra persona hizo algo indebido. El juicio. Aclaremos que no hablo de pedir una disculpa si rompo un vaso en la casa de alguien más. Una disculpa es otra cosa. Pedir u ofrecer perdón implica la asignación de una culpa, y tal vez la aceptación de esa misma culpa. Lo que hiciste me ofendió y desde mi criterio la ofensa merece un castigo, y yo tengo el derecho de aplicar ese castigo.

Hemos decidido que lo que sucedió fue con el propósito de herirnos. Hemos declarado que “eso es incorrecto”. Hemos enjuiciado a la otra parte, la hemos pronunciado culpable, y hemos dictaminado sentencia, que con frecuencia es ausentarlos de nuestras vidas.

Les pido una disculpa si no entiendo quién nos otorgó la autoridad de determinar el bien y el mal por nuestra cuenta. Sí comprendo que hay personas que hacen cosas que nos ofenden y que podemos decidir alejarnos y no estar en contacto con ellas. Pero decidir “perdonarlas” es otro nivel de arrogancia. Me imagino la escena. “Te perdono tu ofensa y te vuelvo a recibir en mi vida.” Una cosa es determinar seguir en contacto y llevar la relación adelante por decisión propia, y otra cosa es declarar que perdono la manera de ser de otro, y además, pedirle que ya no se comporte así. Pasamos la vida queriendo que las personas cambien su manera de ser para que nosotros estemos más cómodos. “Te perdono por ser impaciente y podemos seguir en nuestra relación, siempre y cuando dejes de ser así.” Nos damos el lujo de enjuiciar al otro hasta por sus características de personalidad.

Libres somos de estar cerca o lejos de quienes decidamos. Solo cuestiono los criterios, y los efectos que tienen sobre nuestras relaciones.

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