Sin prueba de manejo, se consigue en Saltillo licencia para conducir una motocicleta
Primero lo primero: entrar a la página oficial, llenar el formulario, sacar cita y pagar los 503 pesos que cuesta el trámite. Así comenzó mi ruta para obtener la licencia de motociclista por primera vez en Saltillo.
Mi primer intento fue el lunes 23 de junio. Me dirigí hasta las bodegas de Gobierno ubicadas en el libramiento Óscar Flores Tapia, en el municipio de Arteaga. La frustración fue inmediata: no había sistema, tampoco horario estimado para reanudar operaciones. Quienes estábamos ahí simplemente nos regresamos. Volví a agendar cita.
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En mi segundo intento llegué 10 minutos antes de las 09:00 de la mañana, nuevamente a las bodegas. Pensé que esta vez sería más sencillo; me equivoqué.
Tras revisar mi documentación, me informaron que faltaba el comprobante de pago. Me enviaron a otra oficina dentro del mismo complejo; ahí, la red fallaba, pero uno de los trabajadores, con amabilidad poco común en los trámites oficiales, preguntó a un compañero en otra área.
Milagrosamente, me imprimieron el documento con todo en regla, regresé a la fila de licencias.
Paso 1: Documentos y datos: Entregué mis papeles, ingresaron mis datos al sistema, me los mostraron para revisar y, tras confirmar que todo estaba correcto, me dieron luz verde para continuar. Hasta aquí, todo fluía.
Paso 2: Fotos, huellas y advertencia: Me tomaron una fotografía y mis huellas digitales. Después vino la advertencia: debía presentar un examen teórico, si reprobaba, tendría que volver a pagar. La presión empezó.
Hasta ese momento nadie me había informado que el trámite incluía un examen teórico, ni al hacer la cita ni al pagar. Tampoco se me solicitó leer previamente el reglamento o las leyes de tránsito. La advertencia llegó ya en el sitio, cuando el trámite estaba en curso.
EL EXAMEN
Un trabajador me llevó a una computadora. Frente a mí, una pantalla. Me explicó que tendría 10 preguntas de opción múltiple sobre conducción de motocicletas. Para aprobar, debía acertar al menos 7.
En la parte superior de la pantalla, un contador marcaba la pregunta actual, cuántas llevaba correctas y cuántas fallidas. Las preguntas exigían lógica, algo de sentido común y conocimiento de las normas viales: ¿Qué hacer al encontrar un bache?, ¿Qué hacer al ser rebasado?, ¿Por dónde debe circular una motocicleta?, ¿Cuándo puede una motocicleta llevar carga?... y otras más, sobre señales de tránsito. Me tomé mi tiempo.
El encargado, con amabilidad, se acercó dos veces a preguntar si necesitaba apoyo; le agradecí. No lo necesité, pero su gesto alivió mi tensión. ¡Aprobé!
LA ESPERA FINAL
Volví al escritorio. Me indicaron que esperara a que se imprimiera mi licencia y a los pocos minutos tenía en mis manos el documento. Todo el proceso, desde mi llegada hasta que salí con el permiso tomó unos 40 minutos.