Pintemos las calles de púrpura: mujeres solidarias legitimando el uso del espacio público
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En el advenimiento del 8M, conviene reflexionar sobre las críticas que las demostraciones de mujeres en las calles en torno a esta fecha ya icónica han recibido. Este análisis se centra en la construcción de los espacios urbanos desde el patriarcado y la imperante necesidad de las mujeres de intervenir en ellos.
La violencia
Salir a la calle con camisetas y paliacates morados pintando las calles de púrpura, es un reclamo social contra las violencias sistémicas y estructurales de género que persisten. Dejando de lado a los posibles grupos de choque infiltrados que causan estragos en la vía pública, las mujeres han expresado su furia contra el machismo y los feminicidios en marchas, gritos y pancartas, incluso dejando deliberadamente un rastro en aerosol de consignas que resuenan en los monumentos centenarios: “Ni una más” o “Vivir sí es arte”. Estas pintas, a las cuales dediqué el artículo “Cuerpos o monumentos” en el libro Miradas de género desde el Norte I (2021), resultan altamente rechazadas, causando asombro, enojo, incluso dolor; por ello era importante invitar a mirarlas con otros ojos. A pesar de las controversias, estas expresiones desafían el patriarcado y su narrativa histórica, proponiendo una nueva visión de los espacios públicos, con la fuerza de un grito colectivo, en especial en voz de colectivos feministas que afirman que esos monumentos no las representan.
Las críticas a estas consignas a menudo pasan por alto la opresión estructural que ha diseñado el espacio urbano para servir a los intereses del género masculino. Como señala Ximena Torres (2020), la construcción de las ciudades se ha basado en el rol del género masculino hetereopatriarcal como experiencia universal y homogénea, marcada por el dominio del espacio público y la asignación del espacio privado a la mujer.
Así, el diseño y construcción de espacios urbanos y de los monumentos que en ellos se erigen reflejan una historia marcada por el patriarcado, donde el discurso hegemónico se ha ocupado activamente de invisibilizar a las mujeres y regular sus cuerpos: escenarios que relegan a las mujeres a una posición marginal y las despojan de su presencia en la narrativa histórica. ¡Ni pensar en que el espacio público sea propio para la protesta femenina!
Ante esta visible transgresión de los estereotipos femeninos tradicionales, la violencia en las protestas del 8M tiene una carga múltiple, ancestral, actual, un dolor y un grito que exige justicia.
El patrimonio cultural, validado por este discurso patriarcal, se convierte en un reflejo de la ceguera sistemática que busca perpetuar los valores machistas, tanto en el ámbito cultural como en el control de los cuerpos femeninos. Atentar contra estos monumentos no solo desafía el orden establecido, sino que también señala la urgencia de transformar los espacios urbanos en lugares donde las mujeres puedan reclamar su presencia y desafiar la marginalización histórica que les ha sido impuesta durante siglos.
La vía pacífica
Frente a estas irrupciones en apariencia violentas, o así manejadas desde el discurso
mediático y gubernamental, se yergue la urgencia de la situación y la necesidad de visibilizar la violencia de género. Muchas artistas han aprovechado el 8M para intervenir las calles y los monumentos con sororidad, compañerismo que se dibuja entre el acompañamiento y la complicidad. En Saltillo, Coahuila, México, se han realizado manifestaciones de este tipo en años pasados, con experiencias profundas y transformadoras para quienes han participado.
Una artista me comentó alguna vez que, después de haber probado la calle, nada se le comparaba. El trabajar o protestar, el caminar o idear creativamente junto a más mujeres otorga una energía inigualable, y demuestra que la calle también es nuestra.
En conclusión, las acciones del 8M no pueden interpretarse simplemente como actos de vandalismo o violencia; son expresiones artísticas y políticas que desafían la violencia sistémica. Es fundamental reconocer la importancia de dar voz y visibilidad a las luchas femeninas y feministas en el espacio público. Estas acciones reclaman el derecho de las mujeres a ocupar y transformar los espacios que históricamente les han sido negados.
Varela Zúñiga, Rosario (2021). Miradas de género desde el Norte. Tomo I. Quintanilla Ediciones y Universidad Autónoma de Coahuila [Red de Estudios de Género en el Norte de México].
Torres, X. (2020). https://www.zonadocs.mx/2020/10/26/urbanismo-feminista-por-la-transformacion-radical-de-las-ciudades-configuradas-desde-el-patriarcado-y-el-capital/