Planes Directores en Coahuila: La importancia de la participación ciudadana

Opinión
/ 10 julio 2024

A principios de este mes se iniciaron los procesos de Consulta Pública para actualizar los Planes Directores de Desarrollo Urbano de Arteaga, Monclova y San Pedro, todos en el estado de Coahuila.

Esto implica la publicación del proyecto de Plan Director para cada uno de los mencionados centros de población, permitiendo que la ciudadanía conozca su contenido, así como la celebración de una audiencia pública.

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Aunque las propuestas ciudadanas y gremiales pueden entregarse por medios físicos y electrónicos, las audiencias públicas representan un espacio donde las autoridades y el grupo consultor interactúan con la ciudadanía para perfeccionar este importante instrumento de gestión urbana.

La participación ciudadana es verdaderamente relevante en la creación de este instrumento, ya que en él se determina cómo organizar el territorio urbano, definir las vocaciones de suelo y los usos actuales, así como decidir la evolución deseada para el centro de población.

Habrá quien piense que la generación de estos instrumentos es una obligación de las autoridades, bajo la premisa de que “para eso les pagamos”. Sin embargo, la obligación administrativa de las autoridades no sustituye de ninguna manera la participación ciudadana, que es a la vez un derecho y una obligación.

Se podría argumentar que esta obligación no es tal, porque el no participar en estos ejercicios no conlleva sanción alguna, y esto es cierto. No existe una sanción por no participar. Sin embargo, las consecuencias de la no participación son bastante más graves. Estaríamos dejando en manos de terceros el modelado, la gestión y la visión del lugar donde vivimos.

¿Quién permitiría que otras personas definan cómo se construye su casa? ¿Quién dejaría que alguien más decida de qué color será pintada, cómo se verá su fachada, cómo se distribuirán los espacios interiores? ¿Quién consentiría que su propia casa no refleje sus gustos, no cubra sus necesidades, no se parezca a lo que desea para ella?

Tan absurdo como plantearse estas preguntas sería no participar. Habrá quien considere que, al no tener conocimientos técnicos en urbanismo, su opinión no será relevante; nada más alejado de la verdad. Puedo asegurar a quien lee estas palabras que no existe urbanista más calificado para opinar sobre una ciudad que quien la habita, la disfruta y hasta la sufre día con día.

Quienes nos dedicamos al urbanismo, ya sea desde la academia, la ciudadanía organizada, el sector privado o el sector público, podemos asumir una función subsidiaria, que es a su vez una forma de responsabilidad social: ayudar a que las inquietudes, deseos o necesidades de quienes habitan un lugar se puedan traducir en argumentos técnicamente válidos y pertinentes para lograr una incidencia efectiva.

Los países cuyas dinámicas urbanas admiramos tienen como común denominador una ciudadanía participativa y comprometida, que supo incidir en la gestión de lo público y que logró, a base de participación −y más participación−, que la interacción con sus autoridades fuese el común denominador. ¿Por qué aquí tendría que ser la excepción?

Valdría la pena tener en cuenta que la ciudadanía de esos lugares no siempre tuvo las condiciones que hoy en día desearíamos para donde vivimos. Seguramente también experimentó lo que sentimos cuando no vemos en nuestras ciudades el hábitat que anhelamos. El elemento diferenciador está en lo que decidieron hacer −e hicieron− ante esa realidad.

Tal vez estas palabras estén tomando más la forma de una charla motivacional que de un artículo de opinión, lo cual no me parece en forma alguna un despropósito. Considero que es necesario que volvamos a asumir como ciudadanía un papel protagónico en la toma de decisiones, en una coordinación efectiva con nuestras autoridades, para retomar el sentido de bien común.

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Así pues, la oportunidad que tenemos en este ejercicio de participación en la construcción de planes directores es valiosa y conviene aprovecharla. Conlleva además el valioso agregado de conocer de primera mano qué necesidades ha arrojado el diagnóstico del lugar, cómo se plantea responder a los retos que presentan el cambio climático, la metropolización y fenómenos como el nearshoring, entre otros.

Ese conocimiento, traducirse en uno verdaderamente colectivo, será de extraordinario valor para que la gestión urbana sea la adecuada, para que las decisiones que se tomen correspondan a la voluntad colectiva. Sin participación ciudadana no existe un futuro posible.

jruiz@imaginemoscs.org

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