Región Sureste: Análisis de fenómenos hidrometeorológicos y su relevancia en la planeación urbana
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El cambio climático ha alterado significativamente los patrones meteorológicos alrededor del mundo, dificultando la predicción y la evaluación de los riesgos asociados a los fenómenos naturales. Entre estos, los fenómenos hidrológicos destacan por su impacto, afectando por igual zonas urbanizadas como áreas rurales, con todo lo que ello conlleva.
La región Sureste del estado de Coahuila de Zaragoza cuenta con una geografía que combina extensas áreas semidesérticas con formaciones montañosas imponentes. Esta configuración del suelo crea distintos escenarios para una variedad de fenómenos hidrológicos con características particulares en su potencial de impacto al entorno.
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El clima de la región se caracteriza principalmente por su aridez, con largos periodos de sequía intercalados por episodios esporádicos de precipitaciones intensas, sumado a las precipitaciones atípicas provocadas por huracanes y tormentas tropicales.
Si bien las inundaciones repentinas o las tormentas severas son poco frecuentes, cuando ocurren su impacto puede ser desproporcionadamente severo debido a las condiciones del terreno y a la capacidad de infraestructura natural y artificial para conducir y absorber importantes volúmenes de agua en cortos períodos de tiempo.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) estima que hasta el 65 por ciento del total de la precipitación máxima diaria en la región puede concentrarse en tan sólo una hora. Esta alta intensidad de lluvia en periodos cortos tiene implicaciones críticas.
Por una parte, provoca una saturación rápida del suelo, es decir, los grandes volúmenes de agua que llegan en poco tiempo provocan que la permeabilidad del suelo se sature rápidamente, reduciendo su capacidad de absorción.
Lo anterior provoca que el agua que no puede ser absorbida fluya por la superficie, ganando velocidad y volumen rápidamente, particularmente considerando que, para el caso de Saltillo, la mancha urbana se encuentra en una pendiente continua.
Este volumen de agua que escurre con velocidad provoca una erosión significativa, especialmente en áreas con poca vegetación, llevándose a su paso el suelo fértil, dejando el suelo más duro en donde la regeneración de la vegetación será más difícil.
Vale decir que, cuando la intensidad de una lluvia atípica se combina con el relieve montañoso propio de la región, se crea un escenario propicio para inundaciones repentinas, particularmente en espacios urbanizados que cuentan con una baja eficiencia de drenaje pluvial.
Esta drástica acumulación de agua en sólo minutos reduce considerablemente el tiempo para alertas y evacuaciones, dificultando las labores de atención y auxilio, poniendo en riesgo el patrimonio y la integridad de las personas.
La adaptación a estas condiciones requiere un conocimiento profundo de las posibilidades de afectación por este tipo de fenómenos en la región. Para ello son de gran valor los registros históricos de eventos hidrometeorológicos severos que han provocado daños considerables a su paso.
Evidentemente, es imposible predecir con exactitud cuántos fenómenos de este tipo tendremos cada año o cuál será su ruta, así como dónde generará el mayor número de afectaciones. Sin embargo, se pueden inferir los efectos cuando encontramos un referente histórico de condiciones similares.
El Consejo para la Planeación Estratégica de Largo Plazo de la Región Sureste de Coahuila desarrolló el estudio Compendio Estadístico de Eventos Hidrometeorológicos en la Región Sureste, que se puede descargar en imaginemoscs.org, que incorpora un análisis de 19 eventos relevantes que impactaron en la región, desde el huracán Beulah (1964) hasta el huracán Hanna (2020).
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En este estudio podemos constatar que la trayectoria del huracán Beryl, que actualmente se desplaza por el Caribe, es similar a la del huracán Gilberto (1988), que ha sido uno de los fenómenos naturales que más ha afectado a nuestro País.
A partir de su análisis podemos pensar en estrategias específicas de gestión de riesgos y de preparación para su paso, aumentando la posibilidad de reducir afectaciones a las personas y su patrimonio, así como mejorar la capacidad de determinar acciones de resiliencia urbana.
Contar con instrumentos que nos ayuden a conocer mejor los riesgos a los que están expuestos los asentamientos humanos, con un enfoque proactivo y basado en evidencia, es un activo de suma importancia para poder planear hacia un futuro posible.
jruiz@imaginemoscs.org