Anticorrupción: su salario, primera súplica al poder

Politicón
/ 8 octubre 2017

Ya protestaron el cargo los integrantes del Consejo de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción (SEA). De esto, como en todos lados, se destaca “el diseño novedoso y atípico” de la instancia, “porque coloca al ciudadano en el centro o el núcleo del Sistema”. 

Escribió el poeta Jacques Prévert a mediados del siglo pasado: “¿La novedad? La novedad es vieja como el mundo, amigo mío”. 

Lo dicho suena bonito, pero sólo son palabras. Lo que vemos en la Anticorrupción es, en buena medida, una reedición (“remake” en el argot del cine) de lo visto hace unos 15 años en los inicios de la Transparencia: misma retórica discursiva, nuevos actores. 

Y, en el caso de Coahuila, hasta los mismos actores si se le busca bien. 

Lo primero que debe quedar claro es que, más allá del discurso promotor de quienes están involucrados (y reciben un beneficio), un sistema no tiene centro. 

Al venderlo como producto, se ha dicho que el SEA ubica “al ciudadano” en algo así como en el lugar privilegiado para la toma de decisiones y la coordinación. Falso. Si bien se crea un ente burocrático al que se le llama “Consejo Ciudadano” que algún trabajo realizará, no es el centro de nada. Para acabar rápido, su opinión no tendrá más peso que cualquiera de las vertidas por los otros integrantes del propio Sistema. 

Y en Coahuila cada pieza tiene su historia y una trayectoria que adelantan cierto tipo de resultados. 

Ahora bien, eso de que coloca “al ciudadano” en el centro también provoca la pregunta: ¿cuál ciudadano? El procedimiento para la selección de quienes finalmente quedaron sí es atípicamente largo y complicado, pero no por ello mejor o infalible. En las muchas experiencias estatales que ya pueden observarse la conclusión es la misma: sale más caro el caldo que las albóndigas. 

En el caso Coahuila se ha dicho que al menos tres de cinco “no abonan… a cimentar la credibilidad, legitimidad y fortaleza del SEA en estrecha conexión con la ciudadanía”. Esta opinión publicada en medios importa, pues no es de un ajeno o un resentido: pertenece a uno de los actores principales del Comité Seleccionador (léase la pieza “Sistema Estatal Anticorrupción: Mi relato” en VANGUARDIA, octubre 2).  

Será el sereno, pero luego se ve que no quedan los ciudadanos críticos que hacen de su vida un contrapeso del poder. Siempre llega el yerno o la esposa, el socio o el primo.

Llegan personajes que, cuando en el Instituto Electoral, se les atrapó con mensajitos de texto con el partidote y, cuando en el Instituto de Transparencia, plagiando un texto para publicar “su” opinión. 

Sobre este proceso de selección hay quien escribió que la ciudadanía sí está dispuesta a participar, pero los del poder no están dispuestos a recibir a la ciudadanía. Coincido. 

Lo que sí es inédito es que en Coahuila no se hayan publicado, desde ya y en un lugar visible, las cédulas con puntajes o razonamientos que definió la primera generación del “Consejo Ciudadano”. Frente a ello, ¿qué recurso legal hay para la decisión de unos voluntarios, sin domicilio ni personalidad jurídica? 

En la agenda ha estado el asunto de cuánto ganarán los nuevos y flamantes protagonistas. La respuesta es sencilla: se llevarán a la bolsa lo que les autorice quien lleva las riendas. 

Ahí, en el presupuesto, está el primer favor que pedirán; ahí, en el nivel de sus ingresos, la primera súplica dentro de ese favor. Un “remake”, como digo.  

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@victorspena

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