Café Montaigne 167

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¿Cómo encontrar la paz en el combate? Días duros se abaten sobre México y el mundo. Nadie puede decir o afirmar que está a salvo o bien, que el estado de las cosas actuales ni le interesa ni le ha magullado su vida y su orgullo diario. Todos estamos agraviados. El bacilo chino nos ha faltado el respeto a todo el mundo. Así va a seguir esto por un buen tiempo. Habitamos ciudades de sal a punto de desmoronarse. Tenemos deseos, esperanzas y anhelos los cuales van a ser difíciles de cumplir. No es derrotismo, sino realidad. La “nueva realidad” como hoy se le adjetiva y nombra.
Atentos lectores como usted que hoy presta atención a estas letras, me han comentado de un texto aquí editado el cual fue titulado: “Estoy aquí con ustedes…” Si usted es un hombre o una mujer de fe, la cita lo sabe, es bíblica: “… estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.” (Mateo 28.20). La promesa de Dios no tiene desperdicio y si nos regala un tenue rayo de luz para nuestro incierto futuro. Varios lectores me comentaron de este texto y de las rutinas, nuevas rutinas de vida las cuales hemos adoptado todos con motivo de la pandemia tan ingrata y feroz.
¿Cómo encontrar la paz en el combate? ¿Qué hacer, cómo combatir a este enemigo invisible? Cada quien tendrá su mejor experiencia al respecto y recomendará gustoso, aquello que lo ha fortalecido con el paso de los días, de las semanas y aún, de los meses de encierro. ¿Cómo le ha hecho usted, estimado lector, para sobrevivir a este demonio de la peste? Cualquier cosa es válida. Y la mejor estrategia para lograr la paz y tranquilidad, es aquella a la cual usted se ha aferrado con uñas y dientes. Hace poco una noticia salió a la palestra pública y como siempre, las redes sociales de ociosos se cebaron por sus filias y fobias, en ello. Luego de la red, la noticia brincó a las páginas de este diario: se acusa al promotor cultural, Iván Márquez, de haber llegado en estado de ebriedad a una reunión privada en día sábado. También, se le acusa de violencia de género (lo que eso signifique) y de acosar sexualmente a uno de los presentes. Los de la tardeada dicen ser “artistas”, de filiación panista, para puntualizarlo.
Varias cosas: al promotor cultural Iván Márquez le conozco por dedicarse precisamente a lo único que a mí me importa y me mueve el esqueleto: la cultura en general. Cuando he interactuado con él por trabajo, de él sólo he recibido atenciones. Eso de sus preferencias sexuales ni me va ni me viene. Lo respeto como es. Es intrascendente su vida privada para mí. En cuanto a que a últimas fechas ha aparecido dos o tres ocasiones en redes sociales, echando trago, pues sigue siendo eso: vida privada. Y en cuanto a solidaridad con él (no es mi amigo, hago constar. Sólo le conozco su accionar como funcionario público), entiendo perfectamente su recurrencia con el trago y la borrachera: solamente así puede uno sobrevivir a días tan lerdos y asfixiantes.
ESQUINA-BAJAN
Voy a hacer una confesión pública, como siempre. A últimas fechas, lo he notado, bebo más de lo habitual. El insomnio ha regresado a mis aposentos y me trae jodido de a madre. No ha habido angustia, ni temor, ni miedo y menos tristeza ni melancolía; no, gracias a Dios. Pero si días malos, grises, días plagados de tormentas internas, donde “espadas, cientos de ellas, laceran mi cuerpo día y noche, por los costados y costuras más secretas”, para decirlo con el poeta sufí, Ibn Rashed. Usted lo sabe, habituado quien esto escribe a ser libre y andar de vago aquí y allá, esta “normalidad” sigo sin aceptarla y reniego de ella a cada instante.
No he querido tomar mi pastilla para dormir. Lo hago cuando el insomnio ya es una fiera herida y se retuerce dentro de mí, por lo cual amenaza con no dejar hueso ni órgano sano. ¿Qué hacer? Pues no sé si para bien o para mal, le he subido varios grados al alcohol. Y todo mundo lo sabe, no tengo botella ni marca aborrecida. No es un orgullo ni un blasón escribirlo, pero vaya, así soy. Así somos los que nos dedicamos a estos menesteres: encontramos en una buena parranda y en una buena musa, un poco de tranquilidad para sosegar nuestra alma. Por lo cual, desde aquí hago una invitación al promotor cultural Iván Márquez: usted es bienvenido en mi residencia (los de la reunión panista que lo señalaron, dijeron que “llegó sin invitación”, caray, que poco gentiles son) para echar buenos tragos y hablar de eso llamado vida.
Y a hablar sobre la vida y cómo y de qué manera hay que sobrevivir a esta maldita pandemia, vino recientemente a mi casa el melómano don Javier Salinas –hombre alto, afilado y anguloso, curtido en el campo de batalla de la existencia– el cual por error de la tabla de tiempos y distancias, fechas en el calendario y rotación del mundo, nació en esta época y no en el siglo XIII. Otro dato, este hidalgo de linaje escogido, Javier Salinas, nació aquí en Saltillo y no en el desierto del Magreb, en la Roma post imperial o en la Bagdad de 1258 arrasada por los mongoles.
El empresario Javier Salinas, generoso como siempre, vino a saludarme y ofrecerme un trozo de paraíso en sus manos: el disco “Stella Matutina. Chants liturgiques a la mere de Dieu”. Grabado por “El coro de las hermanas de Maria Stella Matutina”, en Francia. Caray, un acercamiento pleno, gozoso y tranquilo al regazo de la madre de Dios y luego, reposar en Dios mismo. Son cantos de liturgia que brotan de las fuentes antiguas del canto monástico. Una joya musical la cual ha venido a dar tranquilidad a mi espíritu. ¿Cómo consigue don Javier Salinas semejantes joyas? No lo sé, pero agradezco de corazón, palabra y pensamiento este CD.
LETRAS MINÚSCULAS
Encontrar paz en el combate. Esto me ha pasado hoy con este sensacional disco de cantos antiguos cristianos.