Cerrar la frontera, ¿cumplirá Trump su amenaza?
COMPARTIR
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se encuentra claramente en campaña por la reelección, una vez que los resultados de la investigación del fiscal especial Robert Mueller se han dado a conocer y, todo parece indicar, no causarán mayor daño a sus aspiraciones.
Y como buen estratega, el empresario neoyorquino sabe que no puede simplemente reeditar el discurso de hace cuatro años, sino que debe incrementar la apuesta… aunque no necesariamente requiere cambiar de diana hacia la cual disparar.
Esto último significa sólo una cosa: México volverá a quedar en medio de la lucha por el despacho oval y durante el próximo año debemos prepararnos para recibir toda clase de invectivas provenientes del político, quien ha encontrado en el ataque a nuestro país grandes réditos electorales.
La amenaza de cerrar la frontera entre México y Estados Unidos forma parte justamente de este proceso, pues si la promesa de construir un “grandioso” muro no ha podido ser cumplida, bien puede sustituirse tal “incumplimiento” con una oferta que acaso suene más atractiva: impedir el paso desde y hacia los Estados Unidos a todo mundo.
¿Se trata de un planteamiento practicable? La respuesta es que sí: basta con que Trump dé la orden y la frontera se cierra, paralizando con ello el inmenso intercambio comercial –por sólo citar un aspecto– entre ambos países.
El impacto que una medida de este tipo tendría en la economía de la región fronteriza podría resultar devastador. Y en no pocos de los casos el lado que más sufriría sería el estadounidense, pues la economía de las ciudades fronterizas de los Estados Unidos son más dependientes de los consumidores mexicanos que al revés.
Por ello, es muy poco probable que el presidente de Estados Unidos termine ordenándoles a los oficiales, de las agencias responsables de resguardar su frontera sur, que “bajen la cortina” y le pongan candados a la puerta de ingreso hacia su país.
Sin embargo, el sólo hecho de que amenace con hacerlo tiene implicaciones importantes, porque ello habla de una tensión en las relaciones bilaterales que puede llevar las consecuencias hacia otros elementos en donde la presión de Washington sí puede tener mella en nuestros intereses: la ratificación del T-MEC, por ejemplo.
Por ello, si bien nadie debe acongojarse por la posibilidad de que la frontera sea cerrada, sí es necesario tener claro que de aquí a la conclusión del proceso electoral estadounidense habrá múltiples episodios de presión hacia nuestro País, derivados de la “necesidad” de Donald Trump de afianzar la lealtad de su base votante.
La estrategia del principal inquilino de la Casa Blanca, si bien está dirigida al mercado electoral norteamericano, puede tener repercusiones serias en la economía mexicana y por ello el Gobierno de la República debe estar listo para desplegar medidas puntuales que logren mitigar dichos efectos.
La guerra por los votos apenas comenzó en Estados Unidos. Lo del “cierre de la frontera” es apenas la primera escaramuza.