¿Cobrar por las noticias en internet? Así vamos en Noroeste
COMPARTIR
TEMAS
El pasado 2 de abril, Artículo 19 presentó su informe anual “Ante el silencio, ni borrón ni cuenta nueva”. Las conclusiones son lapidarias: durante el sexenio de Enrique Peña Nieto fueron asesinados 47 periodistas y cuatro más fueron desaparecidos, se registraron 2 mil 502 agresiones contra la prensa con una impunidad del 99.13 por ciento; además se gastaron 60 mil 237 millones en publicidad oficial y, de este monto, el 48 por ciento se destinó a sólo 10 medios de comunicación.
El nuevo gobierno arrancó con una tendencia similar con cuatro periodistas asesinados ya, y el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador embate de manera cotidiana contra la prensa crítica bajo el calificativo de “fifí”.
En ese difícil contexto, los medios mexicanos enfrentamos un reto adicional de naturaleza global: transformar nuestros modelos de negocio para adoptar la transición digital. No es un reto menor, la independencia periodística de un medio se sustenta primordialmente en su viabilidad económica.
Por eso, hace seis meses, en Noroeste lanzamos nuestro modelo de suscripción digital. Teníamos información y habíamos trabajado duro para hacerlo, pero también había mucha incertidumbre: “¿Y si no se suscribe nadie el primer día?”, me dijo un colaborador. Leí el miedo en sus ojos. Yo también tenía dudas, pero confiaba en los datos.
Lanzamos el servicio “Premium” y vendimos ocho suscripciones el primer día. ¡Ocho! Muchos de nuestros lectores acostumbrados a leernos –gratis– bien tempranito se mostraron ofendidos, incluso algunos me enviaron apasionados mails pronosticando nuestro fracaso. Hubo uno que hasta amenazó con emprender acciones legales contra nosotros por impedir el “libre flujo de información”.
Nuestro gremio fue el más incrédulo: “no les va a funcionar”, “nadie paga ya por las noticias”, “¡Ay sí, se creen el New York Times!”.
Unos días después empecé a ver cómo sus nombres se integraban a la lista de suscriptores vigentes. El tercer nicho más grande de nuestros suscriptores son comunicadores.
Hoy estamos más comprometidos porque hemos llegado a nuestras primeras mil suscripciones de Noroeste Premium, y estos son los aprendizajes:
La primera gran lección es que había que empezar a cobrar en algún momento, porque el valor monetario recibido por la suscripción digital es proporcional al valor exigido. Es decir, nadie iba a venir a pagar por algo que ya regalábamos si no se lo pedíamos. El contenido profesional no “tiene que ser gratis”, cuesta mucho talento, dinero y tiempo producirlo. Pero que el periodismo cueste no es razón para pagar por él, debe generar valor para sus usuarios.
La segunda reflexión inmediata es si vamos bien o vamos mal. ¿Mil suscripciones son muchas o pocas? La verdad es que estamos contentos. El reconocido Texas Tribune, una ONG de periodismo regional en Austin, Texas, que es una referencia en un país más rico y que lee más, logró 2 mil 081 miembros en su primer año. De continuar con nuestra tendencia de crecimiento podríamos superar esa cifra en 2019. La Diaria de Uruguay (un país poco más grande que Sinaloa) lleva mil 400 suscriptores digitales en tres años.
Otro aprendizaje es que por increíble que parezca, en tiempos de noticias falsas y clicks fáciles, en Sinaloa sí hay personas que quieren pagar por contenido local, crítico y de investigación.
Lo pagan y lo consumen mejor: mientras que un usuario único promedio que llega vía redes sociales lee entre uno y dos minutos por visita, un suscriptor nuestro lee 10 minutos promedio por visita. Tienen un perfil socioeconómico educado y con poder adquisitivo: empresarios, académicos, profesionistas, maestros, políticos y comunicadores. Es decir, tenemos una audiencia más atractiva publicitariamente a la que hay que atender y cultivar.
Hemos empezado a cambiar nuestras agendas y procesos hacia aquellos temas que quieren leer nuestros suscriptores en lugar de perseguir temas virales. Eso no significa que dejamos de publicar las tendencias relevantes, pero las seguimos sólo cuando son de interés público. Por ejemplo: fiscalizar ayuntamientos, cabildos, el congreso y el gobierno del estado es más valioso para nuestros suscriptores que publicar la enésima nota del narco.
También creamos un proceso de servicio para reducir las barreras de entrada y elevar la tasa de conversión de los usuarios que consumen sus siete notas gratuitas al mes, para mantener la retención y atender mejor a nuestros suscriptores vigentes: usamos un chat personalizado para la venta online, tenemos un canal de atención permanente en WhatsApp, administramos un grupo cerrado en Facebook exclusivo para suscriptores y estamos por empezar a generar actividades offline: eventos y pláticas, por ejemplo.
En conclusión, han sido meses de profundo aprendizaje. Todos los días echamos a perder y todos los días algo funciona. Sabemos que construir una nueva base de suscriptores digitales no será inmediato, pero lo mejor es que tenemos certidumbre. La estrategia es clara: vamos a seguir mejorando y cobrando por el contenido que producimos.
Sobra decir que no cantamos victoria, falta mucho y no será fácil porque los efectos económicos de la transición digital siguen allí y hay que enfrentarlos al mismo tiempo que construimos la nueva organización. Será una carrera de resistencia y paciencia, pero es satisfactorio ver que SÍ podemos construir el Noroeste del futuro sin sacrificar nuestro periodismo ni nuestros estándares éticos.
Mil suscriptores todavía no son suficientes, pero nos indican que estamos en el camino. Por eso, a todos nuestros suscriptores, muchas gracias por leernos.
Y si le parece que nuestro periodismo sirve, ayúdenos y, por favor, suscríbase.