Cuando Dios dice No

Politicón
/ 20 abril 2018

Siempre reza para tener ojos que miren lo mejor de las personas, Un corazón que perdone lo peor, una mente que olvide todo, Y un alma que nunca pierda la fe en Dios 

Inky Johnson vivía en uno de los barrios con mayor violencia y necesidad en Atlanta. Desde los 5 años, él se prometió a si mismo ir a la NFL y lograr salir del difícil ambiente familiar, social y emocional en el que se encontraba, para darle sentido a su vida a través del deporte y perseguir su sueño de la NFL. Toda su infancia se dedicó a trabajar en ese sueño, persistiendo corriendo de poste a poste, comprometido y con su mirada puesta en la meta. Cuando entró a segundo de preparatoria, a tan sólo unos juegos antes para las pruebas de la NFL, en un sábado común, siendo él uno de los defensores del equipo, recibió un mal golpe y cayó al suelo. Cuando Inky abre sus ojos en el hospital, logra escuchar que tiene que entrar a cirugía y en su interior desea moverse pero reconoce que no puede hacerlo. El doctor se da cuenta que una de las arterias tuvo una ruptura y se estaba desangrando internamente.

Luchando desde sus 7 hasta los 20 años, él solo pensaba que todo el sacrificio, dedicación, compromiso… se derrumbó a un momento. Y la siguiente mañana que se despertó, le acompañaba el vacío al pensar que la NFL era la escala de su vida, el campeonato, todo lo grande que había soñado y por lo que se había esforzado. Cuanto se había esforzado por lograr de su vida un sueño, dejar atrás su hogar donde vivían 14 personas y donde él dormía en el piso, dejar atrás la vida de delincuencia, violencia y dolor en la que se veía rodeado. Pero dentro de todo esto, Inky tendría una transformación. La parte maravillosa de su testimonio, es que él decía que su vida giraba en torno a la NFL y limitó a Dios a eso. Hizo bien las cosas pero nunca lo hizo por ni para Dios.

Su identidad estaba fundada en lo único que ahora no tenía, el futbol. El comentaba que ahora se ríe cuando escucha a la gente decir: “Si tan solo pudiera llegar sería”… “Si tan sólo tuviera esta posición sería lo máximo…” “Si tan sólo tuviera esta justa cantidad de dinero…” ¿Pero qué pasa si obtienes o no obtienes eso que tanto deseas? ¿Qué sucede cuando Dios dice si o no? ¿Aceptas lo que no puedes entender? ¿Aún puedes ver el plan de Dios aunque no haya sucedido como tú pensabas que sucedería? ¿Puedes manejar el hecho de que estés a nada de lograr tu sueño y Dios redireccione eso? ¿Reaccionarías como Inky confiando en que esto que sucede es para algo? Ojalá pudiéramos contestar como Inky en nuestras pruebas: “Gracias Dios, porque así lo has querido tu.”

Y así cómo él, aprender a vivir en la condición en la que nos quiere y buscar darle gloria a través de distintos dones. Dios sabe en que momento o no, entregarte cada cosa que le pides. Inky ahora es un testimonio vivo, estudió psicología y es un conferencista motivacional que viaja por todo el mundo. Por más difícil que sea, recuerda que esto que sucede, es perfecto dentro del plan de Dios para ti, por más doloroso, inexplicable a los ojos de la razón, humanamente injusto o despreciable. En las pruebas, Dios te usa, no sólo para trabajar en ti, sino para llegar a alguien a tu alrededor. Me tocaron las palabras de Inky cuando él decía que muchas personas no necesitan que les des un sermón, necesitan verte vivir esa prueba.

En algún momento de tu vida, serás golpeado por algo que hará que te cuestiones tu fe y tu definición de compromiso, por eso es importante recordar ser fiel a tus creencias, a tu esencia y a quién eres. En ese golpe, recuerda que todo tiene un para qué, no siempre en ti, en ocasiones es para alguien que necesita ser cambiado por ti. No decaigas, y deja de pensar que Dios es el culpable de tu tragedia. Confía en el plan de Dios y agradécelo. Todo es temporal, todo puede desaparecer de nuestras vidas, nada es eterno, pero Dios siempre estará a nuestro lado, aunque a veces pensemos que está ausente. Todos sabemos qué hacer cuando Dios dice si. Todos sabemos qué hacer cuando somos bendecidos. Todos sabemos qué hacer cuando nuestras oraciones son respondidas. Pero la pregunta es, ¿Cómo reacciones tu cuando Dios te dice no?

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