Desacredita al mensajero
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Tuve acceso, gracias a la gentileza de un amigo, a la declaración que dio la esposa del Alcalde de Saltillo a los medios de comunicación la semana pasada. Visiblemente molesta por las críticas reiteradas de que ha sido objeto la administración encabezada por su cónyuge en un diario de la localidad, enfocó sus baterías a desacreditar al propietario de ese medio de comunicación. Nos informó que dicha persona: “… vive en Estados Unidos, no le interesa lo que les pasa a los saltillenses, pues sólo le interesa cobrar los 29 millones de pesos que le da el Gobierno de Coahuila para poder calumniar y desprestigiar a la gente que queremos realmente en Saltillo…”.
No hizo referencia alguna al contenido específico de las críticas, pues claramente la estrategia se centró en descarrilar al mensajero e ignorar completamente el contenido de los mensajes.
Ciertamente comparto la opinión de que los gastos gubernamentales en servicios de comunicación social son exorbitantes e insultantes para una sociedad
con tantas carencias y necesidades como la nuestra. En el caso del Ayuntamiento de Saltillo, durante los primeros tres años de la gestión de Isidro López
se despilfarraron en este rubro poco más de 65 millones de pesos constantes por año. Al cerrar esta administración, se habrán dilapidado de esta manera casi 261 millones de pesos, lo cual para nada resulta CHIDO. Medido en valores reales, el gasto en imagen del Alcalde CHIDO ha sido casi un 30 por ciento superior al desembolsado durante la gestión de Jericó Abramo.
Inevitablemente, quién incursiona en la función gubernamental se somete, a querer o no, al escrutinio público. ¿Cuál ha sido el contenido de las críticas
vertidas a la administración municipal las últimas semanas? Se han señalado casos de favoritismo en beneficio de familiares directos del Alcalde o de empresas relacionadas con los mismos en la asignación de contratos públicos (para la compra de medicamentos y la construcción de los topes mejor conocidos como lavaderos), así como supuestos pagos de becas y asesorías. En el caso de la adquisición de medicamentos, existen incluso dos
denuncias de una empresa supuestamente afectada (Comercializadora Biomédica Inmunológica –Cobisa–), la cual alega que se hicieron pagos por 9.3 millones de pesos a una empresa (Nasalub), “…que ha presentado tres domicilios fantasma y que además carece de licencias de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), como dio fe Itsel Karym Vargas Robledo, subdirectora ejecutiva de lo Contencioso de la propia dependencia”.
De igual forma, existe mucha confusión e incertidumbre sobre la situación financiera del Ayuntamiento, particularmente sobre la existencia de pasivos
con proveedores, no respaldados con las correspondientes provisiones financieras por lo cual, serán endosados a la próxima administración.
Si se trata de infundios, ¿por qué no dar repuesta clara y puntal a estas inquietudes?
A fin de contribuir a un análisis objetivo de la calidad de la gestión municipal, me permití revisar las cifras de los egresos del municipio de Saltillo correspondientes al periodo 2010-2016.
Este lapso cubre los cuatro años de la administración encabezada por Jericó Abramo y los tres primeros de la de Isidro López.
Los datos se obtuvieron del sistema de consulta interactiva sobre las finanzas públicas municipales del Inegi (http://www. inegi.org.mx/sistemas/olap/
Proyectos/bd/continuas/finanzaspublicas/ FPMun).
Para poder compararlas, las cifras fueron transformadas a pesos del 2016.
Los egresos medios anuales durante la presidencia de Jericó ascendieron a 2 mil 075.4 millones de pesos. Por su parte, Isidro gastó un promedio de 2 mil 454.2 millones de pesos, es decir, un 18.3 por ciento más cada año. Y qué podemos decir de la estructura comparativa del gasto municipal durante esas dos administraciones: El Alcalde CHIDO gastó más en Servicios personales (36.7 por ciento contra 34.8); en transferencias, subsidios y otras ayudas
(11.1 contra 10.3); en bienes muebles, inmuebles e intangibles (4 contra 2.2). Y destinó menos a la inversión pública (21.8 por ciento, contra 23.1 de Jericó) y a los servicios generales (16.3 contra 17.8 de Jericó). Qué podemos concluir: ha sido una administración con poca obra, mucho gasto corriente, y escasa
efectividad. Ha sido además una gestión descuidada en cuanto a la observancia de la ley y los reglamentos (por ejemplo, de la Ley de Movilidad Sustentable y el Reglamento de Tránsito).
adavila_mx@yahoo.com.mx