Diversidad para la unidad
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Acaba de pasar un “día contra”.
¿Contra qué? Contra la homofobia. “Homo” quiere decir igual. Y “fobia” quiere decir rechazo. Contra rechazar lo igual. Se aplica a la actitud de discriminar la orientación hacia la afinidad y no hacia la complementación. Descalificar la inclinación de amor erótico hacia una persona que es del mismo sexo. No se alude a la amistad, sino a la atracción que intenta hacer pareja, incluyendo caricias y aún intimidad carnal.
Se le llama homofobia en contraste con la heterofilia, cuyo significado es la orientación de complementación de la masculinidad hacia la feminidad y viceversa, que incluye el amor erótico que puede llegar hasta la intimidad de alianza y convivencia, en alianza permanente que sirve a la vida, haciendo una comunidad familiar.
El “día contra” se ha extendido no solo a no discriminar la homofobia, sino a todos los tipos de orientación y preferencia en la actividad sexual. Se proclama que nadie ha de ser discriminado por su orientación o preferencia en ese nivel de las relaciones humanas.
Ni heterofilia homofóbica ni homofilia heterofóbica. Y de ahí respeto a todas las diferencias y modalidades con las que cada quien se identifique libremente. En lugar de crítica, desprecio, burla, exclusión, marginación, descarte, criminalización. Que unos y otros, o unas y otras, puedan decir a quien no es como ellos o ellas: “Respeto tu orientación, pero no la comparto”. Como sucede con la raza, con el color, con la fe, con la cultura, con la condición social, con la nacionalidad, con la edad, la ocupación, solo se atiende a que todos y todas tienen la misma dignidad humana, los mismos derechos y obligaciones en la comunidad.
La palabra clave es “respeto”. Es más que tolerancia. Es la aplicación de la regla de oro. Esa que es común al Islam, al Judaísmo y al Cristianismo, y es aceptada por el sentido común: “No trates a otro como no te gustaría que te trataran a ti”. Es como decir: “Respeta para que te respeten”. Las distinciones en cualquier campo de la condición y la relación humana no son para oponerse o separarse o agredirse, sino para integrarse en la justicia que cimienta la paz.
El “día contra” pudo verse como un “día pro”. En contra de la discriminación y en favor, en pro del respeto que solo ve la dignidad de la persona humana, no sus peculiaridades. Nadie puede ser excluido en la sociedad, en la economía, en la diversión, en la educación, en la fe, en la protección legal y en otros ámbitos de convivencia por características que lo hagan diferente a la mayoría, o a una minoría exigente.
El mundo avanza en todos los rumbos hacia una pluralidad y diversidad. Solo en ella es posible la unidad. Porque supera la unicidad y la uniformidad, como sucede en la creación y en el cuerpo humano. Es rica y privilegiada la nación en que hay varias regiones, varias costumbres, varias indumentarias, varios lenguajes, varias culturas, variedad de artesanías y gastronomías, pluralidad de modalidades de culto y orientaciones de atracción diversas. Es entonces cuando puede, por la raza hablar el espíritu y llegarse, por la diversidad, a la verdadera unidad...