Don Abundio, el del Potrero, nos cuenta sus aventuras.

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Don Abundio, el del Potrero, nos cuenta sus aventuras.
Uno no sabe si creerle o no, porque las que son verdad las cuenta como si fueran mentira, y las que son mentira las cuenta como si fueran verdad.
La otra noche, frente al fuego que nos calentaba el cuerpo y en la mano la copa de mezcal que nos calentaba el alma, narró uno de sus amoríos.
-Mi compadre Zenón –relató– me dijo que ya no aguantaba a su mujer. Tenía mal carácter. Jacalera, se la pasaba todo el día visitando a sus amigas y comadres. Descuidaba su casa, y lo descuidaba a él. Le dije: “Pos lárguela, compadre”. Me contestó: “No puedo. Hemos vivido juntos muchos años. Póngase usted en mi lugar”. Una tarde su mujer estaba en la casa y él no. Fui a visitar a mi comadre. La visita terminó en la cama. En eso estábamos cuando llegó el compadre. Me reclamó: “¿Por qué me hace esto?”. Le respondí: “Compadre: no hago sino cumplir lo que usted me pidió. ¿Ya se le olvidó que me dijo: “Póngase usted en mi lugar”? En su lugar estoy.
Don Abundio, el del Potrero, cuenta cosas acerca de su vida.
Uno no sabe si creerle o no.
¡Hasta mañana!...