El agua viva de una tinaja confinada

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El confinamiento rompe el fértil silencio interior. Comparto estas palabras de la existencia interior de “alguien” que se atreve a revelar su auténtico vivir.
“Cambiaría la primavera porque tú me sigas mirando”, dice Neruda.
Sucede que soy y sigo detrás de la rutina.
Sigo siendo yo… y vivo más intensamente… disfrutando cada segundo que tengo aquí.
Contemplando tu mirada, tu concentración… y la de ellos, cuando hacen lo que quieren.
Como si el tiempo no pasara, contemplo la vida que me rodea…
Ha estado aquí antes que yo y seguirá aquí.
Y los más pequeños, parte de un ciclo, también me contemplan,
Inmóvil aparentemente, pero con el pecho calientito,
sintiendo… gozando… agradeciendo… pensando lo dichosa que soy
por los amores que me han encargado.
Aquí estoy… Mi mirada atraviesa los corazones,
vibro con ellos, contigo.
No parece claro que estoy, ni a dónde voy,
sólo sé que “a la noche me examinarán en el amor”.
Ahí podré decir que, sin medida, estuve aquí.
La fuente de ese amor es de agua viva…
Aunque mi cántaro tiene tantas grietas, el agua no se acaba.
Con esas grietas, en la libertad anhelada, sigo aquí.
Si me hablas, si me culpas, si me ignoras, si me miras, es tu libertad.
Yo sólo puedo ser yo.
Quisiera sanar ese dolor, quisiera transformarme en lo que esperas,
dejar de ofenderte cuando hablo, cuando miro, cuando pienso, cuando estoy, cuando soy.
Permanentemente ofendido el amor de mi vida. Lejos está… inalcanzable…
volteará de repente… pero luego recordará la ofensa… y seguirá su paso.
Siento la culpa que se impone pero el corazón canta otra canción.
Veo el salir del sol,
sus rayos y la alegría
que llevan a abrir los brazos y cantar ¡qué maravillosa vida!
Sé que estás ahí tú también. Y estaré atenta para cuando decidas mirarme…
Compartiremos y gozaremos…
Te irás y seguiré aquí, de nuevo a la espera, que me cala,
pero sin traicionar lo que soy.
Y en ese ‘ser’ seguiré cantando su canción de la única manera que sé,
Siempre deseando cantarla contigo.