El papel de la Academia Interamericana de Derechos Humanos en tiempos de pandemia

Politicón
/ 10 mayo 2020

La pandemia por COVID-19 ha generado una situación inédita y nos ha recordado lo frágil y vulnerable que somos como humanidad. En muy poco tiempo el mundo ha entrado en una crisis de salud pública que pone en riesgo grave la vida de todas las personas, sin distinción alguna.

Ya lo dijo la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet: “El virus no discrimina, pero sus efectos sí”. Hoy estamos en peligro todos, pero las personas más débiles –que no tienen trabajo, que no pueden quedarse en casa, que viven en pobreza extrema– están en una mayor vulnerabilidad y tienen menor posibilidad de enfrentar esta lucha que es contra el virus, no contra las personas.

Esta crisis sanitaria está teniendo diferentes impactos en el goce y disfrute de los derechos de todos. Las autoridades no sólo deben restringir ciertas libertades para protegernos, sino también tienen el deber de establecer las mejores condiciones del servicio de salud para que las personas enfermas tengan la mayor oportunidad de sanar, curarse y salvar la vida. La libertad e igualdad importan siempre, pero hoy debe prevalecer más la fraternidad. Sin solidaridad, las situaciones injustas se pueden complicar más por el egoísmo de la libertad de cada uno. Sin solidaridad, la pandemia puede aumentar sus daños y perjuicios contra la humanidad.

En este nuevo contexto de crisis global, los derechos humanos deben ponerse en el centro de cada decisión. La dignidad humana es inderogable y debemos de luchar contra este enemigo invisible con la visibilidad que nos dan las normas y las razones que la humanidad se ha dado en forma universal para respetar a las personas.

¿Cuál es el papel de la Academia IDH en estos tiempos? Hacer más y mejor ciencia de la dignidad humana y ponerla al servicio de la comunidad, para que las personas podamos proteger nuestros derechos aun en aquellas situaciones de emergencia que requieren de medidas restrictivas a nuestra libertad para enfrentar los riesgos graves de la crisis de salubridad.

1. En primer lugar, tenemos que seguir trabajando en nuestra actividad académica. En realidad, la Academia IDH nunca ha parado. El trabajo en casa se ha desbordado y trabajamos inclusive más que antes. La situación exige más creatividad, innovación, efectividad y una mayor habilidad para responder en tiempo real a los problemas que tenemos que gestionar.

2. Desde antes de declararse la emergencia, como directora general de la Academia IDH, tomé la decisión de suspender la actividad ordinaria para prepararnos y organizarnos a distancia. Eso permitió que los Centros AIDH continuaran con el trabajo académico, las clases no se interrumpieran, los seminarios se llevaran a cabo, y hoy prácticamente estamos al corriente con nuestro plan de trabajo.

3. Por nuestro papel de asistencia técnica en el Programa Estatal de Derechos Humanos, hemos sido consultados permanentemente en las decisiones que el Ejecutivo del Estado debe enfrentar. Seguimos aportando nuestro conocimiento a la autoridad estatal para que los mejores estándares de protección sean incluidos en las decisiones de Estado, con la colaboración del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

4. En tal sentido, nuestro investigador Rodrigo Santiago Juárez ha elaborado un programa (publicado por el Gobierno del Estado) para implementar con perspectiva de derechos humanos la reducción de la movilidad que se ha decretado para las actividades no esenciales (como lo marca el Decreto nacional de la emergencia sanitaria). Desde antes de su creación, hemos trabajado para capacitar a los funcionarios y, al mismo tiempo, generamos una metodología para evaluar y monitorear la aplicación de la normativa para evitar las arbitrariedades. Finalmente, se ha generado un mecanismo de consulta pública para facilitar también el derecho de participación ciudadana.

5. Con los investigadores Carlos Eulalio Zamora Valadez y José Luis Valdés Rivera, presentamos un amicus curiae para que el Tribunal Constitucional de Coahuila tenga información sistematizada y accesible de los mejores estándares internacionales y comparados de limitación de los derechos de libertad de circulación. Como expertos, creemos que debemos facilitar a la ciudadanía y al Estado dichos criterios porque existe mucho desconocimiento e ignorancia de ellos en el debate público.

6. Finalmente, abrimos un ciclo de seminarios en línea para discutir, con la comunidad de expertos nacionales e internacionales, los principales problemas en materia de derechos humanos que debemos enfrentar durante esta emergencia para colocar en el centro a la dignidad humana.

Claro, además de estas cuestiones extraordinarias, seguimos dando clase, haciendo libros y organizando nuestras actividades ordinarias. Pero hoy la Academia IDH tiene el reto de ofrecer a la ciudadanía y al Estado las mejores soluciones para combatir la epidemia. Para defender derechos no basta sólo con poner un tuit, un post o quedarse sólo en casa; es necesario actuar e incidir en la realidad para que las autoridades emitan sus actos, respetando siempre los derechos humanos. Las personas que hoy están en riesgo más grave exigen la defensa de sus derechos. Esa es mi preocupación.

La autora es directora general de la Academia IDH. Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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