El sombrero no era de Panamá

Politicón
/ 9 abril 2016
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La globalización explota huecos y fisuras en la ley para convertir las offshores en el mercado negro mundial

Aparecer en los papeles de Panamá podría no ser mayor delito que presumir de un sombrero panamá (que en realidad es originario de y se fabrica en Ecuador). Desde luego, existen razones legítimas para recurrir a una empresa offshore. Las autoridades fiscales mexicanas informaron que 620 compañías mexicanas vinculadas a estos paraísos reportan al fisco montos y utilidades. Acudir a estrategias para disminuir impuestos o reducir la visibilidad de algunos depósitos no es un delito en sí mismo. Algunos empresarios afirman que lo hacen por el clima de inseguridad en el que vivimos. El presidente ejecutivo mundial de HSBC argumentó que alguna vez acudió a una offshore para ocultar a colegas curiosos el monto de su bonificación (reportado por el Wall Street Journal).

Por desgracia, las razones para ocultar dinero la mayoría de las veces tienen propósitos menos inofensivos. Para un gobernador mexicano que desvía fondos, un ministro argentino que recibe una comisión por la concesión de una carretera, un militar colombiano enriquecido por los narcos, un empresario venezolano que acumula ingresos procedentes del mercado negro, el problema no es obtener el dinero sino esconderlo y, eventualmente, poder usarlo.

La dimensión oculta de la corrupción a gran escala es el lavado de dinero. Y para nadie es un secreto que estos capitales negros recurren a los paraísos fiscales para evadir a las autoridades hacendarias y a la justicia. El SAT, oficina de tributación mexicana, afirma que el grueso de este tipo de operaciones nunca es reportado y que las offshore constituyen un entramado al que los acuerdos entre los Gobiernos no pueden alcanzar. La globalización ha encontrado formas de explotar huecos y fisuras en las legislaciones para convertir a las offshores en el mercado negro mundial de los dineros clandestinos. La masa monetaria de la corrupción.

El recurso no sólo sirve para evadir impuestos o lavar dinero de procedencia ilícita, también para brincar restricciones o sanciones de carácter antimonopólico o político. Una estrategia utilizada, por ejemplo, para hacer negocios con empresas, giros y países vetados. Ni Panamá ni las Islas Vírgenes exigen a las empresas precisar el nombre de sus propietarios en un registro público. Eso permite crear compañías en estos paraísos fiscales que a su vez se convierten en propietarias de otras empresas en países que mantienen normas más estrictas, pero desde los que resulta imposible detectar a los dueños originales.

La revelación de los papeles de Panamá entraña, algunos aspectos éticos insoslayables. En las listas dadas a conocer seguramente pagan justos por pecadores, pues de entrada la opinión pública atribuye a todos los mencionados el carácter de delincuentes. No siempre es el caso, pero suele suceder que cuando el periodismo de investigación hace las veces de un fiscal público, la tarea resulta imperfecta. Después de todo, los recursos legales con los que cuenta para develar la realidad son precarios con respecto a los que podrían tener jueces y fiscales auténticos. Pero incluso imperfecta, es una tarea imprescindible. Particularmente en casos como estos, en los que las autoridades quedan impotentes frente a una estrategia claramente diseñada para burlarlas. Más aun, en países como el nuestro, de justicia precaria tan subordinada al soberano, el periodismo y la exhibición pública se convierten en ocasiones en la única posibilidad de combatir la corrupción y la impunidad flagrante.

El derecho a la privacidad y el clima de discreción que requieren los negocios también quedan en entredicho con la exhibición de 11 millones de documentos de toda índole. Enterarnos de los guardaditos de la familia Le Pen o de los 2.000 millones de dólares depositados por los amigos íntimos de Putin no tiene desperdicio, pero probablemente sea irreversible parte del daño provocado a la reputación de Messi o del presidente Macri, en el probable caso de que ninguno de ellos hubiese incurrido en un delito o algo que se le parezca. La revelación de los papeles de Panamá no sólo deberá provocar escándalos y consecuencias políticas, que variarán de país a país. Más importante aún, constituyen un llamado de atención para eliminar el carácter oscuro y clandestino de estas franjas inciertas, en ocasiones mercenarias e irresponsables.

@jorgezepedap

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