En boca cerrada, aquilatando el peso de la verdad
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La mentira todos los días invade innumerables realidades y ámbitos de nuestro país, particularmente el político
Ortega y Gasset afirmó: “La vida sin verdad no es vivible. De tal modo, pues, la verdad existe que es algo recíproco con el hombre. Sin hombre no hay verdad, pero, viceversa, sin verdad no hay hombre. Éste puede definirse como el ser que necesita absolutamente de la verdad y, al revés, la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre, su única necesidad incondicional”.
El 11 de octubre de 1943, el poeta y profeta, Octavio Paz, escribió “La mentira de México”, un fragmento de estas luminosas palabras del Nobel mexicano las comparto hoy, pues a pesar de haber pasado tantos años de que fueron escritas, hoy guardan una vigencia absoluta: “nuestra vida diaria sería inexplicable sin la mentira que la alimenta, la hipocresía que la vela y la complicidad de todos los que no nos atrevemos a denunciar nuestra miseria y pequeñez. La mentira inunda la vida mexicana (…) La mentira nace de la pobreza física y espiritual, como una compensación; la imaginación nos engaña con torpes fantasías, puesto que la realidad nada nos puede dar. Este engaño acabará con nosotros, porque un pueblo no puede vivir de viento y mentira. Tampoco de esas medio verdades en las que somos pródigos.
“Una verdad a medias es más nociva que una mentira completa. Somos un pueblo triste, pero nadie gasta más que nosotros en las fiestas; somos un pueblo manso, pero todos los días nos matamos; somos un pueblo sobrio, pero todos nos emborrachamos; la mentira nos envuelve y nadie se engaña a sí mismo con tal natural hipocresía, pero tampoco nadie se dice las cosas con tal desnuda desesperación. Este desequilibrio brota de nuestra inseguridad interior. No sé cómo podríamos utilizar esta energía estancada y enfermiza, que ahora sólo sirve para destruirnos, pero creo que necesitamos, ante todo, de la verdad. Pues si la mentira torna fantasma cuanto toca, decir la verdad es empezar a existir verdaderamente”.
LA VERDAD
Absolutamente cierto: necesitamos la verdad, pues la mentira, en pleno siglo XX, todos los días invade innumerables realidades y ámbitos de nuestro país, particularmente el político.
Es una responsabilidad y un derecho exigir, a todas las personas que gobiernan a México, que se conduzcan con rigor, apegadas a la verdad y que sean testimonio de los más altos estándares éticos. La mentira, el engaño, la retórica, el abuso de las palabras, particularmente las que tienen la intención de engolosinar y crear falsas esperanzas, van en contra de la dignidad y los más elementales derechos de las personas.
SIN SENTIDO
Por otro lado, el lenguaje cotidiano se encuentra atiborrado de “sin sentidos”, es liviano de significados y profundidad. ¿Díganme si acaso demasiado de lo que hablamos no está preñado de chismes, de supuestos, de disparates y tonterías? ¿A poco las conversaciones frecuentemente no se llenan de comentarios irrelevantes, falsedades, insultos y vinagre que afectan la integridad de las personas?
Adicionalmente, tenemos un grave padecimiento: nos apasiona el ruido como vehículo para obviar la verdad. Vivimos una época del hablar por el hablar, de gritar por el puro gusto de ensuciar la atmósfera. La moda es parlotear, ¿de qué? De lo que sea.
Por si esto fuera poco, en las conversaciones nos convertimos en expertos en toda clase de temas: ética, política, economía, educación, tecnología, ecología, arte, calidad, mercado, medicina y lo que al lector se le ocurra añadir. Creemos saber y de eso hablamos mares, sin saber que esta clase de incompetencia inconsciente genera creencias falsas, mentiras.
LAS REJAS
Los políticos, antes de hablar, deberían observar lo siguiente: “Un joven -cuenta la anécdota- discípulo, de un filósofo sabio, le dice a su maestro: “maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti sin piedad y con inmensa malevolencia”. -¡Espera!- lo interrumpe el filósofo -. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? -¿las tres rejas?- preguntó extrañado el muchacho. Oíste bien, por las tres rejas -respondió el sabio-. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? -preguntó el viejo. -No maestro. A decir verdad, lo oí comentar a unos vecinos -estupefacto contestó el joven. -Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja- volvió a inquirir el maestro.
Es la reja de la bondad; es decir, eso que quieres decirme, ¿es bueno para alguien? -No, en realidad no, al contrario...- asombrado contestó el muchacho. - ¡Ah, vaya! Entonces veamos si lo que deseas comunicarme pasa por la tercera y última reja que se refiere a la necesidad- dijo el sabio ¿Estas plenamente seguro que es totalmente necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? Le preguntó el filósofo. - Realmente, no -puntualizó el discípulo. -Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, por favor, eso que deseas contarme mejor sepultémoslo en el olvido.
PRUEBA CUÁDRUPLE
Sería conveniente también que los políticos abrevaran de la sabiduría rotaria creada en 1932, por Herbert J. Taylor la cual consiste en apegarse a la verdad mediante el ejercicio de una sencilla prueba.
Se sabe que a Herbert le encomendaron una compañía que se encontraba, a causa de la gran depresión que en esos tiempos azotaba a los Estados Unidos, en serios problemas financieros. Entonces, Taylor buscó la manera de sacar a flote a esa empresa, y como parte de su estrategia redactó un código de ética de 24 palabras (en el idioma inglés) al cual todos los colaboradores deberían apegarse.
Esta prueba fue un auténtico faro para todas las áreas de la organización; desde ventas hasta el departamento de producción, pasando obviamente por recursos humanos y finanzas. Este precepto también sería la guía de todas las relaciones con los proveedores y los clientes de la organización.
El resultado de aplicar esta sencilla, pero profundísima filosofía, fue uno de los medios fundamentales para impulsar a la empresa, y desde entonces este código es honrado por los Rotarios.
La prueba se basa en hacerse cuatro preguntas antes de hablar: 1.- ¿Es la verdad lo que voy a decir? 2.- ¿Es equitativo para todos los interesados? 3.- ¿Creará buena voluntad y mejores amistades? 4.- ¿Será beneficioso para todos los interesados?
¡Que inteligente manera de guardar adentro lo que afuera hace daño, todo eso que asesina al alma sin matar al cuerpo! Esta prueba es practiquísima: si el comentario a realizar pasa este examen cuádruple, pues es digno de manifestarse, pero si no es así, lo correcto es abstenerse de hablar; es decir: ¡habrá que callar para siempre!
Si utilizáramos esta prueba evitaríamos, de paso, desgarrarnos y agrietarnos, pues la mayor parte del tiempo estaríamos abrazando al mismísimo silencio. Consiguientemente, viviríamos en concordia y aprenderíamos a dialogar, algo que la mayoría de los mexicanos no sabemos hacer.
ES CIERTO
Los ciudadanos deberíamos exigirles a todas las autoridades que asuman la responsabilidad de decir la verdad, que antes de hablar y proclamar mentiras, medias verdades, estupideces y tonterías, que hagan uso exhaustivo de la prueba de las tres rejas y también de la prueba cuádruple, así México rescataría un poco de la verdad perdida, también prevalecería la prudencia, la armonía y el respeto hacia los ciudadanos. Consecuentemente disminuiría la división y el odio provocados por la mentira. Así, empezaríamos a existir verdaderamente.
cgutierrez@tec.mx Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo